¿Qué sociedad queremos?

Publicado en Por anthropologies
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A raíz de los últimos sucesos ocurridos en Bilbao y Barakaldo, en los que se han visto implicados menores entre 13 y 16 años, nos preguntamos qué está ocurriendo con los jóvenes; qué pasa en la sociedad en definitiva.

Los hechos a los que nos referimos son una violación de una menor por un grupo de menores en Barakaldo y tres asesinatos. La muerte de un hombre de 43 años, al que un niño de 13 años y un adolescente de 16 robaron y que terminó con la trágica muerte de este hombre; y el asesinato de dos ancianos octogenarios, que en un intento de robo en su casa fueron brutalmente asesinados por dos adolescentes y con la ayuda de un tercero.

Con estos dos sucesos se ha vuelto a poner el punto de mira en la Ley de Responsabilidad Penal del Menor. Si es adecuada o no, si es muy permisiva, si los jóvenes salen impunes, si las medidas son adecuadas…  A mi parecer la Ley y las medidas, que no penas, que se imponen en relación a los diferentes delitos que cometen los niños y jóvenes, son adecuadas. Es una ley creada en el año 2000 y que a lo largo de estos años, las medidas que en ella se especifican se han ido endureciendo. Pero igual más que esto último, se debería de invertir más en ella, en cuanto a medios económicos y humanos para poderla llevar a cabo porque es adecuada.

Dicho esto, que por su puesto es mi opinión y desde mi conocimiento de ella como educadora social, vamos a lo que realmente creo que es importante: qué pasa en la sociedad en la que vivimos para que sucedan hechos como los relatados

La violencia no es nueva. Es una conducta aprendida, una producción humana, que solo existe en nuestra especie. Esta alimentada por los roles sociales, valores e ideologías y se puede encontrar en todos los ámbitos sociales. Es premeditada e intencional. La agresividad en cambio es un instinto natural que el hombre llega consigo desde su nacimiento y que comparte con otros animales (la violencia no). Sirve para defendernos y adaptarnos al entorno. Es biológica e instintiva y regulada socialmente gracias a la cultura. Por lo tanto podríamos decir que la violencia es la transformación de la agresividad para hacer daño a otro ser humano y lo que sí llama la atención igual es la banalización de esta, cada vez más gratuita y más violenta que existe en estos momentos y desde hace ya desde hace tiempo, el ensañamiento con las víctimas, sobre todo por parte de los más jóvenes.

Pero tenemos que ir a la raíz de todo para intentar comprender, que no justificar, y que no vuelva a suceder.

Desde la Antropología se habla de actos de despacificación de la vida social en lo referente a pequeños hurtos, robos, amenazas,…. Pero con estos acontecimientos no podemos hablar en esos términos, porque son los suficientemente graves y porque la violencia ejercida, al igual que en otros aspectos como el bullying, violencia paterno-filial, violencia de género, cada vez afloran más.

¿Qué lleva entonces a un niño o adolescente a delinquir? ¿y además con esa violencia?

Podemos hablar de sus familias, en este caso, eran familias desestructuradas, con problemas de integración social, con delitos e incluso con miembros en prisión, con lo que la situación supone para el menor. Con carencias educativas y económicas. Pero también hay familias sin estos problemas, niños y adolescentes con situaciones más cómodas que se ven inmersos en ciclos de violencia paterno-filial, maltrato, robos, bullying… con desenlaces fatales. Por lo tanto, es verdad que las condiciones familiares son importantes, pero no lo único. Hay factores ambientales, culturales, emocionales… que también influyen en las vivencias de estos niños y jóvenes.

Por lo tanto, podemos decir que las causas son multifactoriales. Hay una falta de empatía, tiranía, de cariño, perseverancia, respeto, en definitiva, una falta de valores, déficit educativo, problemas de salud mental, entorno empobrecido, que junto con una falta de referentes adultos importantes en la infancia, que posiblemente se hayan ido perdiendo por la propia evolución de la sociedad, que puedan llevar a situaciones de violencia y cuando esto sucede están dándonos un aviso, nos mandan un mensaje de que necesitan que estemos ahí, que les pongamos normas y limites en todos los ámbitos, en una palabra que no sean indiferentes. Porque no hay peor cosa para un niño y un adolescente que la indiferencia.

La sociedad en la que vivimos es una sociedad compleja y cada vez más especializada. Y ha construido un mundo muy duro para los niños y jóvenes. La infancia se ha acortado mucho y nos están dando un toque de atención.

La sociedad ha dejado la responsabilidad de la educación, en todos los ámbitos y facetas de la vida al sistema escolar y eso no puede ser. La escuela, no solamente es la escuela, la escuela es toda la sociedad. Se debe de abrir el concepto de escuela. Es verdad que hoy más que nunca en la escuela hay programas de igualdad de sexos, planes de convivencia, educación vial,  educación sexual…. Pero eso no quiere decir que la sociedad dimita como educadora, como dijo María Zambrano (exactamente dijo que la sociedad española había dimitido hace mucho tiempo como educadora), porque no todo tiene que dejarse en manos del sistema educativo. Lo que si tiene que hacer la escuela es educar desde la igualdad, porque las familias, por diferentes circunstancias no pueden.

No hay más conductas violentas o actos violentos en la juventud, ya que no hay evidencias de ello. Los estudios apuntan a que los actos delictivos han disminuido, no así esa percepción por la sociedad, posiblemente por el tratamiento de los medios de comunicación y por la gravedad de los hechos como ha sucedido en Bilbao.

Las peleas, robos, agresiones  entre jóvenes han existido siempre, pero igual lo que sí llama la atención es la crueldad, la consideración del otro, la insensibilidad con la que se dan estos sucesos. Una violencia gratuita basada en una banalización excesiva de esta. La falta de respeto hacia los adultos, personas ancianas, que igual van con esa falta de referencia, aquellos que anteriormente infundían respeto y/o autoridad, que no autoritarismo.

Estamos viviendo en una sociedad que tiende cada vez más al individualismo, una desaparición de unas redes sociales o comunitarias (la denominada tribu), que son clave en la educación de un niño o/y niña y de las personas en general. La poca tolerancia a la frustración y la inmediatez (lo quiero ahora y ya) y una carencia de límites y normas.

Por lo que pienso que hay que incidir en la prevención y darles herramientas para la eficiencia social y habilidades sociales para poderse manejar en sociedad. Una sociedad competitiva y dura. Y algo importante, hay que trabajar más sobre el contexto, porque al final, estos niños y jóvenes vuelven a su entorno y familia. Si no generamos un cambio en ese contexto, se van a producir las mismas situaciones. Si el menor vuelve donde no hay ningún límite, posiblemente se repita la conducta delictiva.

Tienen que saber que sus actos tienen consecuencias. Un menor diferencia el bien del mal, pero no es consciente de lo que impactan los actos que hoy comenten en su futuro. Y para eso están sus familias y la sociedad. Y en el caso de que no puedan, están el sistema de protección, servicios sociales y el sistema de reforma con la Ley de Responsabilidad Penal del Menor, ya que el menor que comete un delito no es impune. Dependiendo de la edad se le aplicaran unas u otras medidas. Pero “pagan” por lo que han hecho. Su edad no les exime de responsabilidad.

El 80% de estos jóvenes se reinsertan sin problemas y de los otros 20%, en una segunda oportunidad una gran parte de ellos se reinsertan y no vuelven a delinquir. Hay que dejar trabajar a los expertos porque el sistema funciona. Y por supuesto, no todos los menores con estos problemas acaban asesinando o agrediendo. O mejor dicho no tienen terminar delinquiendo.

Igual deberíamos reflexionar sobre qué sociedad queremos y a partir de ahí intentar propiciar un cambio de paradigma social y que pongamos el acento en el respeto, la cooperación, los valores, la importancia de los vínculos,… y dar menos valor a la competitividad, a la satisfacción inmediata,… es decir, que la sociedad, los adultos, la tribu,… prediquemos con el ejemplo para que los más pequeños y jóvenes encuentren referentes, porque los niños aprenden de lo que ven.

Y con respecto al sistema de atención al menor ¿Habría que plantearse todo el sistema? ¿Mayor vigilancia, control y medidas?  Algunos de los menores implicados en estos casos estaban bajo la tutela del sistema y estaban huidos del centro en el que se encontraban.

Es mi pequeña reflexión sobre unos hechos terribles. Hechos en los que teniendo en la cabeza a las víctimas y sus familias y por supuesto, sin faltarles al respeto, porque son los primeros a tener en cuenta, también creo que estos niños y jóvenes involucrados son también víctimas del sistema y habrá que trabajar con ellos e intentar darles una segunda oportunidad.

                                                                        Amaia Castresana Palma

Imagen: http://www.latribunadeciudadreal.es

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