Migración y creación de divisiones sociales en los medios de comunicación

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Los seres humanos dividimos la realidad social que se presenta ante nosotros. Lo hacemos, además, a través de diferentes niveles que se solapan y entrecruzan unos con otros y que crean un complejo entramado de fraccionamientos que da forma a los diferentes planos de identificación (como por ejemplo el origen o el género) a partir de los que las personas se autodefinen y definen a quienes les rodean. La antropología ha contribuido a demostrar que estas líneas de división se construyen socialmente. Es decir,  no pre-existen al ser humano, como se empeñan en mostrar los racismos biologistas o los esencialismos espirituales. A partir del estudio de determinados entornos se ha expuesto que incluso aquellos aspectos que tenemos más interiorizados como marcadores significativos de diferencia no son universales, es decir, no toman la misma forma dentro de cada entorno. Y uso la palabra entorno para no utilizar «sociedades», término que precisamente contribuye a fijar como real y auténtico aquello que, si analizamos con un poco de cuidado, se desvela como una construcción social que difícilmente puede mantenerse como un conjunto estable y homogéneo. Pongamos un ejemplo: ¿Que significa ser «español» o pertenecer a la sociedad «española»? A través de lo que acabo de decir, podríamos responder que nada. Ser «español» es un conjunto tan amplio y abstracto que se diluye en las potencialidades de la palabra. Hay tantas formas, grados y pertenencias a la hora de responder a qué es ser «español» que difícilmente podríamos crear un conjunto delimitado que pudiera corresponder de una manera adecuada al término. Sin embargo, la respuesta «nada» no es completa y si sólo respondiéramos esto, estaríamos incurriendo en un ejercicio de prepotencia intelectual, una suerte de malabar analítico que no lleva a ningún lado. No podemos negar que a partir del término «español» entran en juego poderosos intereses económicos y políticos y que en nombre de España la gente ha muerto y ha matado. Y en nombre de España, se sigue matando y muriendo. Sólo hay que ver como los «no-españoles» mueren en el mar intentando llegar a territorio «español» precisamente por no ser «españoles», en base a una de las cristalizaciones de esa separación en base a las «nacionalidades»: las fronteras. No se puede negar, tampoco, que ser «español» es importante y contiene un significativo bagaje de pertenencia para muchas personas. Quizá, entonces habría que decir que ser «español» no es nada y es a la vez muchas cosas. Y es precisamente en esa tensión entre el análisis social y las diferentes formas de ver y sentir el mundo de los diferentes agentes donde toma sentido el análisis antropológico.

De entrada, sentirse «español» o sentirse de «algún sitio» no tiene nada de malo. El problema, y la reflexión que plantea esta artículo, llega a partir de dos cuestiones. La primera se refiere a cuando convertimos esa forma de entender el origen en una cuestión ancestral, espiritual o natural y la traspasamos al conjunto de la «sociedad». Es decir la reificamos, lo que significa convertir esta construcción social, y por tanto emitida desde una determinada posición (desde una persona o un grupo de personas) , en algo real, algo que «es así» y «siempre será». Esto, de entrada, conlleva un importante dosis de violencia simbólica que además se complica cuando introducimos estas cuestiones en las corrientes hegemónicas que imponen determinadas formas de ver el mundo y las transforman en naturales, formas de ver el mundo establecidas socialmente que re-crean y mantienen lógicas concretas y las naturalizan a la vez que conservan relaciones desiguales de poder y contribuyen a que estas formas sean aceptadas como el esquema normal de las cosas, como la única forma en que se podrían dar estas porque el ser humano es así. En el proceso se construyen diferentes y múltiples grados de opresión y la justificación para estos de tal manera que las vías alternativas, a la vez que forman parte de estas mismas corrientes hegemónicas, generalmente son rechazadas, muchas veces con violencia,  como «ilusas», «utópicas» o «irreales» con una potencia y una fiereza  que nace de la convicción en la propia naturaleza humana y en una forma determinada de encajar las relaciones sociales y el mundo que se despliega ante nosotros/as y cuyo replanteamiento hace tambalear lo más profundo de nuestro ser de tal forma que tendemos a alejarnos de ello, a huir del vértigo que provoca el pensar que aquellos cimientos sobre los que creíamos dar sentido a nuestra existencia realmente son bastante más frágiles de lo que creíamos.

Es aquí donde podemos hablar de los medios de comunicación y su función dentro de estos procesos hegemónicos.  juan 2El debate entre las similitudes y semejanzas de la antropología y el periodismo es amplio y cierta confusión que se genera en torno a la antropología (y no sólo desde fuera de la antropología) se refiere precisamente a la confusión del etnógrafo con un «periodista ( o recopilador) de lo exótico», es decir aquel que estudia las «sociedades primitivas» y cuenta aspectos «curiosos» o «exóticos» de estas sociedades, confundiendo el medio (la descripción densa de un determinado entorno) con el fin (el análisis de las relaciones sociales de ese entorno). Hannerz (2004) subraya que antropólogos y periodistas tienen diferentes formas de trabajar pero a la vez hay diferentes tipos de periodismo y diferentes tipos de antropología. Las formas de obtener información contarían con herramientas metodológicas similares, pero Hannerz opina que sería bueno para la cultura y para la antropología hacer un esfuerzo para que la antropología pudiera dirigirse a una audiencia un poco más amplia, y experimentar con otros estilos de escritura que valgan para ello. Por otro lado Delgado (2014), quizá de manera más reduccionista, da sin embargo con ciertas claves que voy a utilizar en este texto:

– «La diferencia está en los fines a los cuales destinan las dos relaciones. El reportero tiene que ser interesante. El antropólogo se ve obligado a registrar lo aburrido juntamente con lo interesante. El reportero debe pensar siempre en lo que interesa a su público, en lo que le resultará inteligible en función de sus modos de vida»

– «El periodista debe producir noticias que sepan satisfacer una demanda tanto pública como empresarial y política, a las que por fuerza ha de someterse. La inmediatez con que debe atender los pedidos que se le hagan, por otra parte, hace imposible una maduración de la información obtenida, le obliga a renunciar al uso de materiales críticos –bibliografía, por ejemplo–, y acaba inevitablemente generando todo tipo de trivializaciones. Su tarea no es la de poner en cuestión lo ya sabido, sino justamente la contraria: ofrecer constantemente pruebas de que el sistema de mundo vigente en cada momento es real y no puede ser ni desmentido ni desacatado»

Partiendo de la base de que no se puede generalizar, y que periodismos los hay de muchos tipos, lo que pretendo a partir de aquí es analizar la manera en que los medios de comunicación «de masas» (y no tan «de masas») contribuyen precisamente a reforzar los pensamientos hegemónicos y a naturalizar y reificar las divisiones sociales en lo referente a tres aspectos relacionados con la migración: el inmigrante «invasor» y despersonalizado, el «ilegal», y el delincuente.

tabla 1

Estos dos titulares son ejemplos de las categorías que suelen regir la información sobre uno de los temas preferidos de los medios de comunicación, y que crean mayor «alarma social», sobre los intentos de los migrantes de entrar en España y que como tales contribuyen a realzar diferentes aspectos y a ocultar otros. juan 3En primer lugar tenemos el uso de la palabra «inmigrante». Habría que reflexionar sobre el significado de este término: «inmigrante» ya implica una cierta exclusión, una construcción social sobre el que viene de fuera. El migrante parte de un lugar (o de una serie de lugares) y llega a otro. Pero en el momento de migrar, este deja de pertenecer a un determinado entorno para asentar su vida y su proyecto vital sobre, por lo menos, dos entornos distintos, el de partida y el de llegada. El considerar al migrante como alguien que «llega de fuera» sólo tiene sentido a partir de determinadas lógicas de acción y de políticas migratorias concretas donde intervienen determinados aspectos socio-políticos dentro de la economía global y la creación de desigualdades que utilizan las fronteras como formas de gestionar de manera desigual recursos y riqueza.  Un segundo aspecto a considerar se refiere a aquel que habla de «avalanchas» y «asaltos masivos» y que se entiende desde una militarización del discurso migratorio y cierto sensacionalismo que tanto sirve para «vender periódicos» como para construir un problema político. La palabra masivo, por abstracta tiende a crear una sensación de alerta constante, una especie de necesidad de defender unas determinadas líneas territoriales de la invasión. Un simple cálculo puede mostrar la magnitud de esta invasión. Suponiendo el intento de entrada de 100 personas al día durante un año (un número bastante mayor que el real), estaríamos hablando de una cantidad que correspondería a menos del uno por mil de la población española actual. No quiero con esto entrar en justificaciones numéricas, bastante peligrosas a mi parecer frente a otros aspectos relacionados con la desigualdad, la justicia social y el derecho a migrar. Simplemente mostrar cómo, a todas luces, esa dialéctica de la invasión se queda en nada al pensar un poco en ello.

Un tercer aspecto, íntimamente relacionado con los dos anteriores, tiene que ver con la despersonalización que se efectúa sobre quienes migran. Son «inmigrantes» o «subsaharianos». La visión que muchas veces se da sobre estos «asaltos» e «intentos de entrada» es la de una masa amorfa, sin rostro, pasado o futuro.  El conocimiento conlleva la familiaridad y la comprensión. El desconocimiento y la ignorancia el temor a lo desconocido. A los «inmigrantes se les mira con un cristal diferente. Usamos la lupa para contemplar a quienes están cerca: al panadero de la esquina, a María, la amiga de Cristina. Son personas diferentes, con sus características personales. Sin embargo, con los «inmigrantes» hablamos de «subsaharianos», metiendo en el mismo saco a millones de personas que de repente no son personas, sino conjunto.  La decisión de migrar puede ser más o menos voluntaria, puede contener diferente grado de necesidad económica, pero detrás de cada proyecto migratorio hay personas, con familias y motivos migratorios, con seres queridos dejados atrás y desarraigos originados por la ausencia. La tipificación de estas personas como «inmigrantes» invasores se convierte en un doloroso reduccionismo para quienes, conscientes de esas personas que hay detrás de los «inmigrantes», tenemos que leer en los periódicos semejantes titulares.

tabla 2

El tan extendido uso de la categoría «sin papeles» o «ilegales» se asienta en las mismas lógicas descritas en el apartado anterior. Unas lógicas que derivan de una visión del mundo dividida en base al Estado-nación y a las herramientas que este usa para generar cohesión y eliminar la diferencia.  Esta sistema se asienta en la concepción del «ciudadano», un término que se usa muy a la ligera, dada su polisemia, pero que se concreta en una división en base al lugar de nacimiento a partir de las lógicas de la administración y que se traduce en un sistema de derechos estratificado donde aquel que no es considerado «ciudadano» no existe, generando una serie de desigualdades que de nuevo favorecen a quienes más tienen y condenando a determinadas personas a los estratos sociales más bajos en función de su origen y su situación socio-económica. Otro aspecto muy relacionado es aquel que tiende a equiparar migración a delincuencia. El uso de la palabra «ilegal» es una clara muestra y se pone en relación con el siguiente apartado

tabla 3

Estas formas de división social que estamos analizando a lo largo del texto hacen que la mención de la «nacionalidad» de quien ha delinquido sea algo natural en el caso de que este sea extranjero. La mayor parte de las veces, la mención de la «nacionalidad» no aporta ninguna información a la noticia y contribuye a la estereotipación del conjunto de migrantes, que además son ilegales y entes abstractos. Esta mención de la «nacionalidad» es un claro ejemplo de la tendencia a delimitar a las personas en función de procesos generalizadores en base a la procedencia y lo interiorizadas que estas divisiones están. Así, el hecho de que un periodista considere significativa el origen del «delincuente» contribuye a descontextualizar, más que a situar, los hechos y a mostrar una visión del mundo en el que no importa tanto el entorno concreto en que se ha desarrollado una determinada acción, sino a una especie de impulso esencial que esta contenido dentro de un determinado grupo de personas y que les impulsa a cometer actos malvados porque «en realidad son así».

A modo de conclusión

juan 4Este texto pretende un pequeño esbozo sobre el tema tratado y una invitación a que reflexionemos sobre aquellas bases que creemos firmemente asentadas como parte de la realidad social. También hay que apuntar que, al igual que no podemos considerar a los migrantes como una masa amorfa, tampoco podemos hacerlo con los periodistas y que hay que considerar a as estos como agentes individuales que se posicionan y toman decisiones dentro de procesos hegemónicos y contrahegemónicos. Ambas son caras de una misma moneda difícilmente divisibles. Pero si que podemos apuntar a una construcción que tiende a clasificar a las personas en base a su procedencia y a su migración. En el caso de aquellos que provienen de determinados países, generalmente aquellos más pobres en la economía global disfrutan de menos derechos, y son estereotipados y criminalizados. Y los medios de comunicación, como otras muchas instituciones forman parte del sistema social que mantiene esta situación y la normaliza.

P.D. (para mi pesar): Mientras reviso el texto, me llega este video. Triste concreción de las palabras: http://vimeo.com/109091397

Juan R. Méndez

Referencias Bibliográficas

Barroso, F. (2014). 21 integrantes de bandas latinas, detenidos por una reyerta multitudinaria en el metro. El País (20-4-2014) http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/04/20/madrid/1397991613_500330.html

Cañizares, Mª J. (2014) La muerte de un estadounidense descubre a un violador múltiple. ABC (23-08-2014) http://sevilla.abc.es/20120213/espana/sevp-muerte-estadounidense-descubre-violador-20120213.html

Delgado, M. (2014). El etnógrafo y el periodista. En El Inconformista Digital http://www.elinconformistadigital.com/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=1982

Durán, L. (2014). Se dispara el número de ‘sin papeles’ trasladados a la región. El Mundo (21-09-2014). http://www.elmundo.es/madrid/2014/09/21/541e121222601d582d8b4594.html

EFE (2014) Un centenar de inmigrantes intenta entrar en Melilla, aunque sólo lo logran cinco. El Mundo (14-10-2014) http://www.elmundo.es/espana/2014/10/14/543ccfc222601d495b8b4574.html

El País (2005). Seis inmigrantes mueren al repeler Marruecos a tiros otro salto masivo a la valla de Melilla. El País (6-10-2005) http://elpais.com/elpais/2005/10/06/actualidad/1128586617_850215.html

Europa Press

                – (2014).Detenido un colombiano por la muerte de un ‘mulero’ en 2010. El mundo (16-5-2014) http://www.elmundo.es/andalucia/2014/05/16/53763ba3ca474178188b457e.html

                – (2014) Detenido en Melilla un marroquí que roció con spray a una compatriota para agredirla sexualmente en una furgoneta. 20 Minutos (19-8-2014). http://www.20minutos.es/noticia/2218463/0/detenido-melilla-marroqui-que-rocio-con-spray-compatriota-para-agredirla-sexualmente-furgoneta/

Hannerz, U. (2004). Existe la posibilidad de ver el mundo como una gran comunidad imaginada. Entrevista AIBR por Sergio López Martínez y Lydia Rodríguez Cuevas. http://www.aibr.org/antropologia/36jul/entrevistas/jul0401.php

Pradas, A. (2014). El PSOE pide políticas preventivas y más medios contra la inmigración ilegal. ABC (12-08-2014). http://www.abc.es/espana/20140812/abci-psoe-medidas-preventivas-201408121112.html

 

 

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