Michael Faraday, o el hombre que probablemente nunca hubiera sido nada

0 0
Read Time:5 Minute, 9 Second

Fue un golpe de fortuna, porque de esa manera entró en contacto con los libros”

Isaac Asimov en Momentos estelares de la ciencia

Los seis principios de Faraday

Michael Faraday adquirió seis principios inalterables en su disciplina científica los cuales trataba de acatar a rajatabla:

  • Llevar siempre consigo un pequeño bloc para, de este modo, poder tomar notas en cualquier momento.
  • Mantener abundante correspondencia, sobre todo con otros hombres de ciencia.
  • Tener colaboradores con el fin de intercambiar ideas y recibir diferentes opiniones.
  • Evitar controversias.
  • Verificar todo lo que se dice.
  • No generalizar precipitadamente y hablar y escribir de la forma más precisa posible.

En los tiempos actuales de psicología positiva y autoayuda como temáticas estrellas para hacer superventas, Faraday ya había creado su propia hoja de ruta 150 años antes. Sin embargo, lo más probable hubiera sido que Faraday nunca hubiera trazado estos principios y que ni siquiera hubiéramos oído hablar jamás de él.

descarga

Los giros del destino

Nada en los primeros años de este científico podía dar indicios de la persona que sería en un futuro. Había nacido en una familia marcadamente humilde, por lo que la educación que había recibido era bastante escasa. Su padre era miembro de una secta cristiana y ejerció como aprendiz de herrero para mantener a sus diez hijos como buenamente podía.

Sin embargo hubo algo que cambió para siempre el devenir del pequeño Michael, cuando a una edad bastante temprana debido a las necesidades de la familia, se convertiría en el aprendiz de George Riebau, encuadernador y vendedor de libros de la ciudad. Durante este tiempo Faraday no sólo aprendió el arte de la encuadernación si no que se dedicó a leer con avidez cuanto caía en sus manos, lo cual hizo durante siete años. Pese a que su labor inicial era la fachada, su curiosidad le llevó a tratar de averiguar que se escondía allí dentro. Sin embargo, de entre todos los libros, hubo uno que le marcó profundamente: “The improvement of the mind” de Isaac Watts, lo que encendió en él el gusto por la ciencia y, particularmente, por el fenómeno eléctrico.

Viaje al interior de la ciencia

Con 20 años, cuando su proceso de formación como encuadernador a punto estaba de terminar, comenzó a asistir a las conferencias del químico inglés Humphry Davy y de John Tatum.

A partir de estas conferencias Faraday escribiría un libro con las notas que había tomado, lo que le llevó a llenar más de trescientas páginas, y se las mandó al propio Davy, el cual le dio una respuesta favorable.

Este último al quedar ciego tras haber intentado llevar a cabo un experimento fallido se puso a la búsqueda de un imagesayudante y se acordó de aquel muchacho que le había mandado el libro que había escrito. No mucho tiempo después sería, por derecho propio, su asistente en química.

El elitismo inglés

Pero en este cuento de hadas  no todo iba a ser de color de rosa. Faraday en ningún momento fue considerado caballero, y las consecuencias de esto las sufriría en el viaje que Davy emprende en 1813. Por un nuevo giro del destino el asistente de Davy se niega a ir, por lo que Faraday, que en un principio iba en calidad de asistente científico, es forzado a hacer de sirviente.

Ante esta tesitura Jane Apreece (la esposa de Davy), se negaba a tratar a Faraday como un igual, lo que implicaba cosas como obligarle a viajar fuera del carruaje y, ya puestos, hacer su vida lo más difícil que pudiera hacerse.

Michael Faraday, harto de esta situación de humillaciones constantes parece decidido a abandonar definitivamente la ciencia y regresar a Inglaterra. Sin embargo decide aguantar un poco más, lo cual el futuro demostraría que había sido todo un acierto, pues fue así como el viaje le dio acceso a la élite científica europea.

No solo de ciencia vive el hombre

Heredada de su padre, Faraday tenía una profunda fe cristiana, siendo durante toda su vida un miembro activo de la congregación Sandemaniana. No le bastó ejercer como diácono si no que también lo haría como presbítero.

Un fuerte sentimiento de unidad entre Dios y la naturaleza impregnó la vida y el trabajo de Faraday

Estos firmes principios le llevaron a rechazar el título de caballero de la corona británica por sus servicios a la ciencia, pues tenía la firme convicción de que acumular riquezas y perseguir recompensas mundanas atentaba contra la Biblia. También se negó durante la Guerra de Crimea (1853 – 1856) ayudar en la producción de armas químicas, esta vez alegando motivos éticos.

Tal vez por cosas como esta, además de todos los aportes que realizó para la ciencia, en el despacho de Einstein, a la izquierda de Newton, colgaba un retrato con el rostro de Faraday.

Hacia el final de una vida

En Junio de 1832 la Universidad de Oxford concedía a nuestro protagonista el título de Doctor of civil war, y pese a que rechazó en dos ocasiones ser presidente de la Royal Society fue elegido miembro extranjero de la Real Academia de las ciencias de Suecia y uno de los ocho extranjeros de la de Francia.

En 1839 sufría un colapso nervioso, pero pronto recuperaría su frenética actividad hasta que en 1858 se retiró a una casa en Hampton Court, en Middlesex, donde moriría el 25 de Agosto de 1867, a la edad de 75 años.

Pese a que rechazó ser sepultado en la Abadía de Westminster existe una placa con su nombre muy cerca del sepulcro de Isaac Newton. Su cuerpo, sin embargo, se encuentra en la sección de disidentes del cementerio de Highgate.

Aportes a la ciencia

Entre sus descubrimientos destacan la inducción a la electromagnética, el diamagnetismo o la electrólisis. Inventó el precursor de los motores eléctricos: un dispositivo de rotación electromagnética.

En el campo químico descubrió el benceno e investigó el clatrato de cloro además de inventar al “padre” del mechero de Bunsen.

Términos como ánodo, cátodo, electrodo e ión, también se los debemos a él.

Rubén Blasco

Referencias

naukas.com

commons.wikimedia.org

kids.britannica.com

Isaac Asimov «Momentos estelares de la ciencia»  y «Grandes ideas de la ciencia»

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %
anthropologies
Entrada anterior La construcción del vampiro, el no muerto
Entrada siguiente Antropología, arte y transformación social. Taller de Antropologia del CCICT

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.