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“Lo de Trotsky fue una acción justa en su tiempo pero jamás volvería a matar a otro hombre pese a que también existieran motivos ideológicos para hacerlo”

Ramón Mercader

Han pasado más de 74 años desde aquel 20 de Agosto de 1940 en el que la historia pudo cambiar, si es que no lo hizo, en Coyoacán y aún a día de hoy puede decirse que son más los hechos que se desconocen que las certezas que se tienen.

Y es que en torno al asesinato de Trotsky y sus protagonistas están relacionados de un modo u otro personajes tan dispares e inverosímiles como Diego Rivera, Frida Kahlo, Vittorio da Sicca o la mismísima Sara Montiel.

Resulta fascinante la vida de Ramón Mercader, “el asesino del piolet”, la de su madre Caridad, también protagonista como podrá comprobarse. Se trata de una vida marcada por el desencanto burgués, el pistolerismo anarquista en la Barcelona de antes de la guerra y esa misma guerra que a punto estuvo de llevarles a una muerte prematura en diversas ocasiones.

En ocasiones la falta de espacio y los límites que te impone el medio en el que se publica marca profundamente su contenido; es por ello que en el presente artículo me centraré en cómo se llevó a cabo la muerte del creador del ejército rojo y la suerte que corrieron sus protagonistas.

 Intentos fallidos

El primer intento para acabar con Trotsky fue llevado a cabo por África de las Heras, otra española. Hay que tener en cuenta el modo en el que los servicios de inteligencia del NKVD se nutrieron de un modo muy prolífico de excombatientes de la guerra civil española.

África se infiltró como secretaria del que pretendía que fuera su víctima, sin embargo el plan nunca pudo llegar a llevarse a cabo (Amat, 2011). Como dato curioso unos años mas tarde se casaría con el artista uruguayo Felisberto Hernández, autor de libros como “Por los tiempos de Clemente Colling” o “El caballero perdido”, pese a ello algunos datos también parecen indicar que este matrimonio no era sino otra de las misiones de la espía (Medeiros, 1982).

El segundo intento fue el que cambiaría para siempre la vida de Ramón Mercader, pues en principio no debió ser él el que culminase el plan.

Lo sucedido aquel 24 de Mayo de 1940 es tan esperpéntico como real. Un grupo de veinte hombres encabezados por el pintor y muralista mexicano David Siqueiros, conocidos todos ellos por la agencia soviética como el “Grupo Padre” (Amat, 2011) irrumpían de madrugada en la casa de Trotsky y llegan hasta la habitación donde dormía este y su esposa Natalia (López Linares. Rioyo, 1996). Sin embargo el único herido de consideración fue el nieto del matrimonio que fue alcanzado en un pie (Lauchin, 2012). El grupo había estado bebiendo tequila hasta la hora en que debían de cometer el atentado e iban tan borrachos que salieron de la casa convencidos de que habían llevado a cabo su empresa sin siquiera haberlo comprobado.

El plan que lo cambiaría todo

www.ara.cat (Caridad Mercader)Fue así como tuvo que entrar en escena el “Grupo Madre”: integrado por Ramón Mercader, su madre Caridad del Río, cuya vida y perfil psicológico daría para un libro entero, y el agente soviético Nahum Eitingon, el cual mantenía una relación con Caridad desde que se conocieran en la Guerra Civil española.

El plan no era flor de un día, pues en 1938 Ramón llega a París con otro nombre y otra personalidad: Jacques Mornard, periodista belga nacido en Teherán, hijo de un diplomático, educado en La Sorbona, o lo que es lo mismo: el James Bond particular de Stalin (Amat, 2011). Allí seduciría a Sylvia Ageloff, una americana trotskista de vacaciones en París y cuya hermana era secretaria personal del propio Trotsky. Tras dos años de cartas, propuestas de matrimonio e intentos fallidos el 20 de Agosto de 1940, Jacques Mornard, o Ramón Mercader, conseguía, por primera y última vez, quedarse a solas con su víctima en la casa de Coyoacán y cuando se acercó a él con la excusa de enseñarle unos escritos y su víctima reclinarse para leerlos le asestó un golpe mortal en la nuca con el famoso piolet de niño que pasaría a la historia.

En la puerta un coche donde esperaban Eitingon y Caridad, “papá y mamá”, para recogerle y escapar. Sin embargo antes de que Ramón consiguiese salir de la casa comenzó a oírse ajetreo y ruido de sirenas. El plan no había sido perfecto del todo, sí para Stalin, y Ramón no había conseguido escapar.

Sin embargo Trotsky aún debería esperar doce horas para morir entre espasmos y convulsiones.

El después de un asesinato

Sylvia Ageloff, la despechada expareja de Mornard, intentaría suicidarse nada más conocer la noticia. Se sentía sentimentalmente engañada y había puesto en bandeja a su ídolo para ser asesinado.

Nahum Eitingon, el fiel agente secreto de Stalin, sería purgado bastantes años después. Caridad, por su parte, sería la primera mujer extranjera de la historia en obtener la insignia de la Órden de Lenin, la Estrella de Héroe de la Unión Soviética quedaba reservada para Ramón, sin embargo esto no era motivo para que los servicios secretos soviéticos intentasen asesinarla mediante un accidente de tráfico.

Ramón pasaría aún veinte años en la cárcel desde que entrase con 26 años. A los cuatro años de ingresar los servicios secretos de Stalin intentarían una fuga que no se llevó a cabo debido a que su madre alertó sin quererlo a las autoridades mexicanas, y a la que el propio Ramón culparía de ahí en lo sucesivo de “haber permanecido veinte años en la cárcel por su culpa”. Su verdadera identidad no se conocería hasta haber pasado el ecuador de su condena. Sin embargo aún sería visitado por el mismísimo presidente mexicano por ser un preso ejemplar y alfabetizar a sus compañeros de presidio. Como diría de él Sara Montiel al que fue a visitar a la prisión de Lecumberri donde se le conocía como “El santo”: “mató a Trotsky, pero malo no era” (López Linares. Rioyo, 1996).delcastilloencantado.blogspot.com.es

Al salir de la cárcel fua a Moscú donde recibiría, como ya se ha dicho, la Estrella de Héroe de la Unión Soviética. Y cuando se convirtió en un problema para el gobierno comunista pidió asilo a Fidel Castro para vivir en la Habana y trabajar como su asesor, cargo que nunca llegaría a ejercer.

Antes de su marcha, sus camaradas del KGB le entregarían como regalo de despedida un reloj de pulsera. Pronto comenzaría a sentirse enfermo, se sospecha que puede ser cáncer pese a que al parecer los servicios médicos soviéticas no se implican demasiado en el caso. Como diría Eitingon a Luis Mercader, hermano de Ramón e hijo de Caridad “algo deben de haberle hecho ¿no lo habrán asesinado?” (López Linares. Rioyo, 1996).

Finalmente Ramón moría un 18 de Octubre de 1978, a los 65 años, en La Habana, Cuba como consecuencia de un cáncer óseo. Paradójicamente jamás conocería en persona a aquel por el que entregó su vida. José Stalin.

 Rubén Blasco

 

Bibliografía

Medeiros, Paulina. Felisberto Hernández y yo. Libros del Astillero, 1982.

Amat, Nuria. Amor y Guerra. Planeta, 2011

López Linares, José Luis. Rioyo, Javier. Documental Asaltar los cielos. España, 1996.

Lauchin, Mike. El nieto de Trotsky recuerda como fue asesinado su abuelo. bbc.co.uk. 29 de Agosto de 2012

Imágenes

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