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El pasado mes de julio los medios publicaban un artículo con el titular: «Wodaabe, la tribu en la que las mujeres tienen el poder y todos los maridos que quieren». La conclusión precipitada que uno saca de este titular es que las mujeres WoDaaBe ostentan el poder político en el grupo derivado de la poliandria. Incluso en algunas noticias se hacía referencia a que la mujer tiene el poder precisamente porque elige a su marido y porque goza de libertad sexual. En ocasiones, la información puede dar lugar a equívocos y a falsas concepciones e interpretaciones, por lo que debe contrastarse.

Una de las antropólogas que más ha estudiado a los WoDaaBe es la islandesa Kristín Loftsdóttir. A juzgar por los trabajos y análisis que ha realizado, tendría mucho que decir acerca de tal titular.

Pero antes de meternos de lleno en sus conclusiones, vamos a presentar brevemente esta comunidad tan llamativa como apasionante.

Los WoDaaBe son un subgrupo del pueblo Peul o Fulani, gran grupo étnico semi sedentario. También se les conoce como Bororo (no confundir con los Bororo de Brasil) o Mbororo. A diferencia del resto de Fulani, se trata de un pueblo nómada pastoral que se mueve por las sequedades del Sahel, en el sur de Níger, aunque también llegan hasta Nigeria, Camerún, Chad y República Centroafricana. Hablan la lengua Fula y no tienen escritura, practicando la tradición oral.

WoDaaBe significa «gente de los tabú». Se rigen por un estricto código moral y de comportamiento llamado Pulaake, en que destacan los valores como la discreción, la modestia, la paciencia y la fortaleza, entre otros.  Ejemplos de prohibiciones son no mirar directamente a los ojos a alguien al saludarlo, no coger la mano de la esposa en público por el día, llamarla por su nombre o dirigirse a ella de una manera personal. Tampoco los padres deben hablar directamente con su primer o segundo hijo ni llamarlos por su nombre.

Los WoDaaBe tienen un gran respeto hacia las relaciones humanas, la belleza física y el entorno natural del que dependen. Se trata de un pueblo pacífico, hospitalario y no agresivo.

«Somos como pájaros en el bosque», decía un anciano. «Nunca nos asentamos, y no dejamos rastro de nuestro paso. Si hay extraños que se acercan demasiado, volamos a otro árbol».

Los WoDaaBe se autodenominan el pueblo más hermoso del mundo. Los hombres suelen llevar túnicas y turbantes azules o blancos. Las mujeres llevan vestidos de tela oscura, con faldas largas hasta la rodilla y muchas joyas. Se practican al menos seis orificios en las orejas, donde colocan grandes aros de oro o plata. También lucen brazaletes en los tobillos que les hacen dar “pasos de vaca”, muy apreciados en esta cultura pastoril. Llevan el pelo largo, que cardan en una especie de gracioso rulo sobre la frente. Se pintan los ojos con lápiz negro y dibujan en la cara diseños florales y geométricos muy imaginativos. Llevan tatuajes faciales en la frente, barbilla y bajo las sienes, pudiendo consistir en escarificaciones.


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En cuanto a la religión, practican un sincretismo combinando una vaga fe en Alá como dios supremo y una firme creencia en los espíritus de la naturaleza y sus ancestros.

Varias ceremonias y fiestas forman parte de sus tradiciones. El Cure Salée es una fiesta que se realiza en Níger, concretamente en la villa de In Gall, donde cada año los WoDaaBe, los árabes y los Tuareg se juntan para celebrar el término de las lluvias y el crecimiento de pastizales en el desierto. Aquí se inician las caravanas de la sal que cruzarán el Sahara en busca de este mineral.

Días después del Cure Salée, se celebra una de las fiestas más increíbles entre los WoDaaBe: el Worso. Se trata de una fiesta en la que los miembros de cada linaje se reúnen para celebrar nacimientos, matrimonios y bautizar a los niños:  los WoDaaBe no los nombran al momento de nacer, pues creen que el espíritu de la muerte no ve a los niños sin nombre.

Tiempo después comienza el Geerewol, una gran y colorida danza en la que los hombres, la belleza y el encanto son los protagonistas. El Geerewol permite a hombres y mujeres buscar lazos fuera de su linaje.

Mediante danzas y cantos los hombres buscan seducir a través de demostraciones de talento y belleza. Los hombres se maquillan resaltando los dientes y los ojos utilizando arcillas de colores del desierto, huesos machacados de garcetas y lápiz negro. Para fomentar su atractivo usan perfumes elaborados a partir de plantas del desierto.

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Además se visten con sus mejores ropas y un turbante blanco para comenzar una danza donde a través de muecas, movimientos de ojos y labios, bizqueos, muestra de sus dientes e inflado de sus mejillas se haga alarde de su hermosura. Los hombres se disponen juntos en línea recta, hombro con hombro, desplegando todo su encanto durante  horas, donde además de belleza se miden su fuerza y destreza.

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Tres juezas, elegidas por su belleza y linaje, deben escoger al más hermoso a través de un gesto sutil con el brazo.

Sin duda se trata de una de las celebraciones más vistosas y coloridas que existen. Y es cierto que tres mujeres eligen a tres hombres para pasar la noche con ellos, o incluso para casarse. Pero no  debe basarse toda la estructura sociopolítica de los WoDaaBe en una sola ceremonia. Veamos cuál es su organización y qué papel desempeña la mujer.

Se trata de sociedades descentralizadas, sin estado, basadas en la familia extensa patriarcal. Varias decenas de parientes integran el grupo: los hermanos varones, sus esposas, los hijos y los ancianos, que viajan incesantemente a pie, en camello o en burro. Solo permanecen unos días en cada lugar. Siguen el patrón organizativo que ya describió Evans- Pritchard para los Nuer: durante la temporada seca se disgregan mientras que, en la lluviosa, se reagrupan. Se trata de una estrategia adaptativa para maximizar las posibilidades de supervivencia.

Se dividen en dos linajes básicos, con origen en dos hermanos (Ali y Degi). Cada linaje se divide en segmentos cada vez más pequeños, estando cada segmento dirigido por una autoridad, el ardo. Esta figura hace de enlace con el gobierno, ayudando con la recaudación de impuestos. Además posee autoridad para resolver disputas entre los miembros de los linajes. Influye también en la toma de decisiones sobre las migraciones y los movimientos estacionales. Se trata de una posición tradicionalmente heredada del padre al hijo varón primogénito, aunque existen excepciones. Otra figura de autoridad la conforma el lamido, la cual no estuvo exenta de numerosos problemas durante la época colonial.

Se practican dos tipos de matrimonios: el matrimonio de conveniencia o kobgal, y el de mutuo acuerdo o teegal. El matrimonio de conveniencia suele llevarse a cabo mediante pactos entre los padres cuando los novios son todavía muy jóvenes. Son pactos para aumentar el prestigio social del linaje y en los que el amor no interviene. Un aspecto interesante es la diferencia que existe entre las esposas de los distintos matrimonios. La esposa kobgal tiene derecho a la leche de las vacas, la teegal no. La primera puede ejercer ese derecho porque sus padres le han ofrecido esas vacas al marido al unirse en matrimonio pactado. La segunda no puede ejercer el mismo derecho sobre la leche de esas vacas, aunque el esposo puede darle vacas que haya comprado o adquirido por otros medios.

El Geerewol supone una versión legalizada del robo de esposas, ya que las mujeres permiten ser robadas por los hombres que ellas eligen, tanto si son solteras o solteros como casadas o casados. La esposa robada, en caso de estar casada y tener descendencia, deberá dejar a sus hijos con su primer marido. De esta forma se garantiza la herencia paterna a la vez que se facilita la formación de nuevas parejas.

Existe una marcada división sexual del trabajo. En sus incansables viajes, las mujeres deben transportar sus pertenencias. Ayudadas por burros, llevan aquí y allá camas, alfombras, los vestidos ceremoniales y los cotidianos, sus utensilios de cocina, las calabazas, los sacos con semillas de mijo, las crías de los animales y sus propios hijos. Son ellas también las encargadas de construir su casa. Su existencia está repleta de ocupaciones. Cuando los hombres regresan al campamento después de atender el ganado, se relajan tomando un sabroso té. Mientras, ellas ordeñan las vacas, acarrean agua, leña para el fuego y buscan alimentos cuando la leche escasea. Su papel es opuesto y complementario al del hombre. Están orgullosas de los callos de sus manos, signo de su laboriosidad.

Bien es cierto que un hombre sin esposa es un hombre sin casa. La casa y los objetos que hay en su interior son propiedad de la mujer, y por ello ella es responsable de su transporte. La riqueza del hombre se mide en la cantidad de cabezas de ganado e hijos que tiene. La de la mujer, en la cantidad de calabazas que posee. Sin embargo, el cabeza de familia siempre es un hombre. Se trata de una comunidad patrilocal en la que existe además división sexual del espacio. La casa WoDaaBe (wuro) está formada por varias unidades (suudu). Cada suudu pertenece a una esposa y está formada por una cama y una mesa, junto con las demás pertenencias que pueda tener (entre otras, las calabazas, que suelen usarse también como elemento decorativo de la casa). Cada mujer pasa la mayor parte del tiempo dentro de su casa o alrededor de ella. Allí recibe a amigos y familiares. El esposo decide dónde construir el wuro, cómo y con quién.

El Pulaake establece muchas prohibiciones entre los WoDaaBe. Muchas de ellas se refieren a las mujeres: Uno de los tabús es limitar estrictamente el contacto físico entre la madre y su hijo salvo para amamantar.

Existe la poliginia y la poliandria. Las mujeres solteras gozan de libertad sexual y tanto solteras/os como casadas/os pueden encontrar amantes u otros cónyuges en la fiesta del Geerewol.  Sin embargo, no es acertado afirmar que el poder descansa en las mujeres por este motivo. Sigue siendo una sociedad patrilocal, con cabezas de familia varones, cuya autoridad máxima es la figura de un hombre, etc. Por un lado, las adolescentes, denominadas surbadjo, disponen de una completa libertad sexual. Pueden mantener relaciones sexuales con cualquier hombre (amantes ocasionales o con un novio) siempre que respeten el tabú del incesto. Esta fase está orientada a favorecer los embarazos exogámicos.

El problema reside en que esta libertad se acaba con el embarazo. En cuanto la joven está gestante, se celebra rápidamente el matrimonio con su esposo oficial y la mujer pasa a ser una bofido, que  quiere decir “la que ha cometido un error”. Entonces desaparece completamente de la escena social durante una larga etapa, en la cual se convierte en un ser invisible incluso para los de su propio linaje. Lleva el cuerpo y la cabeza cubiertos de tela negra, no puede llevar ningún adorno, no puede saludar ni mantener relaciones sexuales, todo lo cual constituye un enorme sacrificio en esta cultura alegre y vistosa.

La joven deja entonces la casa del marido y vuelve con sus padres. Durante dos o tres años no verá a su esposo ni a los familiares de éste. También permanece recluida durante las fiestas anuales. Cuando termina ese período se convierte en yaridjo,es decir, en mujer casada. Entonces ya puede vestir nuevamente ropas de colores y reanudar el trato social. La yaridjo aún permanecerá uno o dos años más en casa de su madre. En ese período ya puede visitar al esposo pero no con su hijo. Se trata de un verdadero rito de paso que sigue la estructura de separación – fase liminal o margen – agregación. Lo que busca es asegurar el compromiso de la mujer con el hogar. Con el encierro pasa de mujer accesible a esposa.

Para “in-corporar” (siguiendo a Pierre Bourdieu) este tránsito, para marcarlo corporalmente, la mujer se ve sometida a un largo y doloroso proceso que deja caídos sus pechos para siempre, tirando de ellos hacia el suelo. Con esa práctica se señala simbólicamente el fin del deseo sexual del varón hacia ella y su dominación. Loftsdóttir afirma que la gran libertad sexual de que gozan las adolescentes no es ningún símbolo de su independencia y del poder femenino en esta sociedad. Por el contrario, se erige en condición para asegurar su dominación posterior.

 Susana Callizo Fernández

Referencias

http://www.abc.es/internacional/20150708/abci-wodaabe-tribu-mujeres-varios-201507081213.html

http://www.njas.helsinki.fi/pdf-files/vol10num3/kristin.pdf

http://jpe.library.arizona.edu/volume_8/Loftsdottir01.pdf

https://arizona.openrepository.com/arizona/bitstream/10150/110100/1/azu_gn1_a785_n14_81_98_w.pdf

http://mujeresparalahistoria.blogspot.com.es/2014/08/el-universo-femenino-entre-los-wodaabe.html?m=1

https://commons.m.wikimedia.org/wiki/Category:Wodaabe

http://www.nairaland.com/1018361/wodaabe-people

https://www.youtube.com/watch?v=3jCmEJ64bOU

http://culturasdelatierra.blogspot.com.es/2010/09/bororos-o-wodaabes.html

http://anthropotopia.blogspot.com/2014/08/gerewol-el-festival-del-amor-en-el.html

DVD Planeta Humano BBC: Desiertos

National Geographic. Vol. 164, número 4

Imagen 1: Hombre WoDaaBe

Imagen 2: Mujer WoDaaBe

Imagen 3: Tuareg y WoDaaBe durante el Cure Salée

Imagen 4: Hombre WoDaaBe maquillándose para el Geerewol

Imagen 5: Ceremonia del Geerewol

Imagen 6: Juezas del Geerewol

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