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“Permitir que los mecanismos del mercado dirijan solos el destino de los seres humanos y el de su medio natural, así como también el monto y la utilización del poder adquisitivo, tendría como resultado la destrucción de la sociedad”

Karl Polanyi

Rompiendo el mapa

Tras el Brexit, y el cada vez mas creciente euroescepticismo (por no citar el caso de los diferentes movimientos emancipadores ligados a identidades nacionales: Escocia, Cataluña, Montenegro…) parece que estamos abocados a una nueva configuración del mapa político de Europa. Algo que a priori, pudiera suponer una vanguardia en los movimientos sociales del siglo XXI quedó ya descrito hace más de setenta años: en 1944 aparecía la primera edición de “La gran transformación”, la obra cumbre de Karl Polanyi.

En esta obra aparecen conclusiones que podrían parecer las visiones de un Nostradamus económico del siglo XX o, mejor dicho, el brillante análisis de un antropólogo austriaco a partir de datos antropológicos, sociológicos e históricos para estudiar la conformación del libre mercado y previendo lo que podría suceder en lo sucesivo, en una especie de viaje de ida y vuelta; desde dónde fue y hacia dónde nos lleva.

En el ensayo se nos describe como la creación del estado-nación contemporáneo (con su propia imaginería) estuvo íntimamente ligado al desarrollo de la economía de mercado, y como fue necesario llevar a cabo profundos cambios en la estructura social con el fin de instaurar la economía capitalista.

Sin embargo no vale cualquier estado, si no uno fuerte para ser capaz de controlar sus efectos mas devastadores, como se ha dicho, la propia destrucción del orden social (hecho que da título a la obra).

Si invertimos el orden de factores podemos comprender muchas preguntas que surgen ante los movimientos citados al principio: con la actual profunda crisis, no sólo económica si no también social y política, la argamasa que parecía conformar la cohesión de los estados-nación tal y como los conocemos desaparece. Como nos dice Polanyi: la economía de mercado y el estado-nación es una creación humana de carácter conjunto.

Indignados, indignadas y movimientos populares

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En 2011 una masa de ciudadanos desencantados con el orden establecido decidía acampar en la Puerta del Sol algunos meses después de que se dieran movimientos similares en Egipto y Túnez. Algunos meses mas tarde el seísmo tendría su propia réplica al otro lado del Atlántico a través del movimiento “Occupy Wall Street”.

En Inglaterra, durante el desarrollo del librecambismo se habían producido diferentes movimientos de resistencia descritos por Polanyi, estos habían enfrentado a la sociedad tradicional con el supuesto “mercado natural”.

La mercantilización de la propia sociedad había llevado a que surgiesen movimientos espontáneos para protegerse (como sucediera en 2011), ligados (como se relataba anteriormente) a esa nueva unión que se había producido entre lo social y lo económico.

Los contramovimientos de los Trump, Le Pen, Michalolakios…

Estas inestabilidades político-económicas llevan, según Polanyi, a la fragilización de las relaciones sociales, lo que desembocaría en lo que denomina como “contramovimientos”: proyectos de reconstrucción de las antiguas relaciones sociales vestidas con trajes de las nuevas. Los cuales personifica en los fascismos de Hitler y Mussolini y el comunismo de Stalin (enfrentados en la contienda que estaba teniendo lugar en la fecha de publicación de la obra).

Hoy día observamos el resurgimiento de determinados movimientos políticos que mucho se parecen a los que ya describiera; Donald Trump en EEUU, Le Pen en Francia, el Amanecer Dorado de Michalolakios en Grecia…

Lo “natural” no lo es tanto y la mano invisible lo mueve todo

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El liberalismo económico como proyecto utópico que habría de convertirse en algo no solo real si no también tangible (en oposición a otras ideologías económicas como el socialismo o el anarquismo aún calificados de utópicos por la ideología dominante) fue construido en su discurso como “lo natural”, aquello hacia lo que íbamos de modo irrevocable: un hecho al que no le cabría la crítica por adscribirse per se a lo biológico pese a estar en realidad dentro de “lo social”. Sin embargo, tal como indica Polanyi, no lo es tal. No solo fue meticulosamente planificado  hasta terminar con su propia culminación en la Inglaterra del XIX (y tal vez esto sucede porque el autor no vivió los suficientes años para llegar a conocer las políticas que llevarían a cabo Margaret Thatcher y Ronald Reagan).

Para ello hubo de llevar a cabo una ordenación social con la creación de nuevas clases sociales que sustituyeran a las anteriores y por tanto la esencia de la sociedad quedaba subordinada a las leyes de mercado. También fue necesaria la fuerza de los defensores del libre mercado en la vida política de la época que haría necesaria la creación de un paquete de leyes en 1834 que protegiesen a los pobres (prototipo del estado de bienestar); al haber quedado reducido el beneficio de los trabajadores a favor de los inversores capitalistas que necesitaban, y lograron, leyes favorables para sus élites financieras.

En este punto también habría de darse un cambio crucial como es la conversión en mercancía de los factores de producción: tierra (naturaleza) y trabajo (seres humanos) en beneficio del capital. El individuo queda por tanto reducido a ser guiado por la mano invisible (y el mercado) mediante la búsqueda de su propio placer hasta “encontrar el bien común para todos”.

Así este proceso, no tan natural como se ha podido comprobar, quedaría coronado con la destrucción  de las reglas, que según Polanyi habían estado en vigor: la costumbre, la tradición corporativa y las relaciones gremiales jerarquizadas. Y tras la derrota de los focos de resistencia como símbolo de aceptación definitiva el librecambismo logra someter a las instituciones económicas a las incertidumbres mercantiles y la desestructuración político-social, logrando la caída del patrón oro justo antes de la I Guerra Mundial.

Caracoles, decrecimiento y colapso

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«El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espiral más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espirales, los problemas del sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética«. Tras estas palabras de Iván Illich fue adoptado el caracol como símbolo de las organizaciones decrecentistas. Este movimiento, ligado al ecologismo, tiene como objetivo abandonar el crecimiento (entendido este desde su concepción económica de producción y consumo) con el fin de restablecer el equilibrio humano-naturaleza. Lejos de resultar una nueva corriente dentro del desarrollo sostenible (que sigue siendo otra cara de la economía de mercado) se oponen firmemente a ello. Una de las consecuencias descritas por autores como Jared Diamond en “Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen” o Carlos Taibo, el cual expone: “Tenemos un estanque con nenúfares que aumentan su número de tal manera que cada día se duplica el número del día anterior. El primer día uno, el segundo día dos, cuatro, ocho… y así sucesivamente. Supongamos que al cabo de un mes está cubierta de nenúfares la superficie del estanque ¿Cuándo estará cubierta la mitad del estanque? La primera respuesta sería el día quince pero esto no es así: es el día veintinueve cuando tenemos cubierta la mitad del estanque. […] Podría decirse eso mismo de muchos recursos naturales, incluidos los energéticos. Estamos muy cerca del día treinta.”

En la obra que aquí se está comentando, describe el futuro de la sociedad de mercado como fatal y destructiva no solo para el ser humano (y sus relaciones sociales) y el medio natural.

Para terminar

El objetivo de este texto ha sido tratar de explicar como una obra publicada en 1944 que no ha tenido en la segunda mitad del siglo pasado la repercusión que se hubiera merecido tiene hoy día más vigencia que nunca, en contra de lo que pudiera parecer, así como desenterrar algunos mitos en torno al discurso económico dominante.

Rubén Blasco

Referencias

Karl Polanyi “La gran transformación” (1944)
2. Paz Moreno Feliú “Entre las gracias y el molino satánico” (2005)
3. Carlos Taibo “En defensa del decrecimiento” (2009)

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