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Imagínese por un momento que, en cada domicilio, en cualquier puesto de trabajo, en toda esquina, hubiese una cámara o un micrófono que recoge toda acción que ejecuta un ser humano durante su vida cotidiana. Esa información se aloja en una nube virtual infinita que la contiene y esta a su vez, es usado por las empresas más millonarias del planeta para crear, optimizar o simplemente ponerle un complemento distintivo a ese producto que tanto usa, consume o desea adquirir.

No hace mucho me topé con un videojuego de Ps4 que expresa todo lo que expongo arriba. El título es Watch Dogs 2 y para que se haga una idea, controla a un pirata informático que debe de desarticular un complejo sistema cibernético, asociado a una desconocida empresa que vende la información obtenida por parte de los usuarios a toda multinacional que la solicite. Como pasatiempo resultó ser aceptable (hackers, disparos y persecuciones en coches robados) pero lo que más me llamó la atención fue ese trasfondo que utilizan los villanos para mover sus intereses y que lo acercan peligrosamente a la realidad, relacionado con la globalización mundial por el que se trafican los mercados.

Pero en ese caso… ¿estaría justificado tener que entrar en la vida privada de las personas para realizar estudios de consumo? ¿podríamos decir se está haciendo un uso inequívoco de la antropología, como materia al uso para clasificar las necesidades y motivaciones de los usuarios? ¿y hasta donde podríamos separar la verdad de la ficción sobre este videojuego?

De nuevo, imagínese donde alberga de forma virtual fotos, canciones y videos, las búsquedas por GPS de comercios, restaurantes o lugares históricos, las redes sociales donde cuelga sus fotos de vacaciones o los productos que más consume… Se podría decir que es una antropología cibernética que, gracias al rastro de información que va dejando el usuario por medio de sus “visitas”, va reconduciendo a las multinacional como cincelar los productos ya demandados o incluso, crean nuevas necesidades para la gente.

¿Recuerdan aquel capítulo de Los Simpson donde unos profesores sustitutos van preguntando a los alumnos cuál sería su “juguete ideal” y que debería de tener para que así fuera? No parece tan descabellado que puedan “vigilar más allá de las murallas de nuestra intimidad, ¿verdad?.

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