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Entrevista  a Pablo Fajardo, portavoz y abogado defensor de la Unión de Afectados por la Petrolera Texaco (UDAPT)

Mayo 2015

El 21 de mayo de 2015 se celebró el Día mundial anti-Chevron. Los pueblos del mundo juntaron sus voces para declarar su rechazo frente a las prácticas abusivas e irresponsables de Chevron Corporationalrededor del mundo. En la Amazonía ecuatoriana, uno de los ecosistemas más sensibles y megadiversos del planeta, hogar de varios pueblos ancestrales, esta multinacional derramó durante 28 años, de manera sistemática, más de 19 millones de galones de residuos tóxicos y 17 millones de galones de crudo, sobre una extensión de más de 2 millones de hectáreas. Lo hizo por una simple razón: maximizar sus beneficios.

Las consecuencias del paso de Texaco, hoy Chevron, permanecen como testimonio latente de su avaricia e irrespeto por la vida. Texaco abandonó Ecuador en 1992 totalmente impune. Desde entonces, más de treinta mil personas afectadas, organizadas en la Unión de Afectados por la Petrolera Texaco (UDAPT), han venido exigiendo justicia a una de las corporaciones más poderosas del planeta. Pablo Fajardo es su voz en esta digna lucha.

Quisiera proponerte echar un poco la mirada hacia atrás. ¿Podrías hacer un pequeño balance sobre lo que ha significado para ti esta experiencia, tanto a nivel profesional como a nivel personal? ¿Qué resaltarías más de este proceso, de los litigios legales, de la lucha al lado de los afectados?

Creo que ha sido un aprendizaje muy importante. ¿Qué hemos aprendido hasta ahora? Lo primero es que las grandes luchas sociales no se pueden personalizar, son luchas colectivas de una sociedad y, segundo, si las personas logran dejar de lado intereses particulares, y anteponen por encima de todo los intereses comunes, son capaces de superar situaciones en apariencia invencibles.

Otra cosa importante es que este tipo de luchas no son luchas ideológicas o regionalistas, del norte, del sur, del este o del oeste, son luchas por la justicia. En estas luchas hay algunas convergencias importantes entre personas de distintas tendencias, de distintas ideologías y posiciones económicas incluso. En este tipo de batalla al final prima el interés común y, bajo esta misma lógica, el éxito de esta lucha es consensuar y unir a gente de todos los puntos cardinales de la humanidad, unir a las personas que se encuentran en luchas comunes.

¿Crees que esta lucha ha juntado realmente posiciones diferentes, por ejemplo dentro del Ecuador?

Si, simplemente que falta mucho que hacer todavía, hay un alto nivel de desinformación. Mucha gente conoce este caso, más que nada porque el gobierno ecuatoriano grabó sus campañas en contra de Chevron, así permitió que más gente se enterara. Pero la información que tienen los demás, o mucha gente, no es la información completa ni quizá la mejor, hace falta mucho en ese sentido. Aunque sí hay un apoyo de muchos sectores, hay puntos de convergencia entre diversas posiciones. Mi equipo legal es un ejemplo, yo vengo de una familia de extrema pobreza, hago lo que puedo para seguir, pero nuestro equipo de abogados es un buffet corporativo, que son de altísimo nivel incluso económico en el caso de uno de ellos. Entonces ¿cómo logras consensuar esas posiciones distintas y esas realidades distintas en una misma lucha? Es posible hacerlo.

Cuando dices desinformación, entiendo que existe información falsa que se distribuye entre la sociedad civil a propósito…

Mira, en nuestro caso por ejemplo hay mucha información falsa promovida por Chevron. Esta multinacional, con la capacidad económica que tiene, invierte mucho en este sentido. Lo que hace es desinformar, o al menos pretende crear confusión entre las personas y evidentemente, difunde por redes sociales, difunde por los medios de comunicación directamente su posición. Incluso durante un tiempo considerable, muchos años, pactaba casi a diario, ¡casi a diario!, páginas enteras en los principales periódicos de Ecuador. Al final es una información distorsionada o al menos unilateral de una sola tendencia como tal, que está pagada para ser difundida y así generar muchas veces desinformación.

¿La solidaridad de los medios no se ha hecho presente?

Yo en eso soy un poco cauto, porque sostener una lucha en la opinión pública durante 21 años no es cosa sencilla, es desgastante desde todo punto de vista. Sin embargo hay información constante que sale desde los medios. Yo tengo una imagen que se parece a una telenovela con cientos de capítulos, diría incluso infinitos. Sin embargo hay un medio de comunicación que ha sido más objetivo; otros, por algún tipo de razón, se inclinan más hacia Chevron y otros se inclinan más hacia las comunidades. Eso está bien, yo creo que es parte de la realidad, no podemos exigir que todos seamos iguales en este contexto.

Pero creo que ha faltado más información, profundizar más en la divulgación dentro de Ecuador. Cuando se hace una revisión, en el contexto global de las principales notas periodísticas, te encuentras con que los principales reportajes de prensa sobre este caso han sido generados fuera de Ecuador, entonces se nota que hay medios extranjeros que están intentando investigar profundamente los hechos, y los nuestros se han quedado un poquito relegados.

¿Por qué crees que esto es así, que los medios nacionales ecuatorianos no investigan a fondo sobre este caso?

Quizá sea falta de inversión, tal vez sea falta de visión, quizá los medios ecuatorianos viven nada más de los hechos diarios, buscafajardo 1n formas de mantener el lector. Pero no hay investigación, no existe una inversión para realizar investigaciones más profundas directamente en la zona. Diría que también falta de visión de los medios, muchas veces.

Mirando hacia adelante, una vez que el proceso ha avanzado, se ha logrado una sentencia que ha sido ratificada tres veces, ¿cuáles son tus expectativas con este proceso? ¿Cuáles tus esperanzas?

Primero hay que comprender que la realidad jurídica del mundo es muy compleja, la institución jurídica del mundo no está hecha para velar o proteger los Derechos Humanos, a los pueblos indígenas, el ecosistema de la tierra… Está hecha para proteger el capital, para proteger el dinero, al inversionista. Tanto es así que en los sistemas de justicia internacionales se puede intervenir y juzgar a Gobiernos, a Estados, a personas, pero nunca a una Corporación.

¿Este es el caso de los centros internacionales de arbitraje?

Eso es parte de la arquitectura moderna de la impunidad corporativa, tú puedes juzgar a muchos pero las corporaciones tienen una inmunidad impresionante que les permite hacer lo que quieran en todo el mundo, y no se les puede juzgar. Pese a eso, también estoy convencido que los hechos que producen o generan algún tipo de cambio estructural en el mundo son las batallas de largo plazo, no las batallas de un día para otro.

Hoy estamos trabajando bastante con muchos sectores para incidir en el cambio estructural que se requiere en el mundo. Mi esperanza va en varios sentidos. En este caso concretamente en lograr concluir el proceso y sentar un precedente. Ya sabemos que se ha avanzado bastante, pero es necesario concluirlo. Las corporaciones en general, en este caso Chevron, tiene que pagar por el crimen cometido en Ecuador. Otra esperanza, desde mi perspectiva, es seguir generando mayor conciencia social ambiental y colectiva en el mundo entero, y hacer ver que somos todos responsables, o corresponsables, en mayor o menor medida, de los problemas del mundo. O sea, el público español, francés, alemán o latinoamericano, no puede permanecer de espaldas a un problema que pasa en el resto del mundo. Todos tenemos que reaccionar directamente. Quizá lo más importante sea el cambio estructural, como dije el sistema no está hecho para proteger a las personas y a la vida, y hay que cambiarlo. Yo no soy partidario, ni nunca lo seré, de pensar que la única opción es quedarnos con los brazos cruzados diciendo: el sistema es así, así nos tocó vivir. No es cosa fácil ni de un día para otro, hay que trabajar mucho y crear conciencia social en todo el mundo. Es necesario también forzar a los políticos a actuar en esa línea para que se produzcan los cambios. Que se piense que se trata de una cuestión de respeto hacia todos, y en todas direcciones, que hoy no existe.

¿Crees que es posible conseguirlo a medio plazo?

Es una cosa que hay que trabajarla mucho más todavía; la puedes pensar, imaginar como debería ser, hay muchas visiones. Algo importante es saber qué quieren las victimas, ellas dicen queremos una reparación ambiental amplia y profunda, pero ¿qué significa eso técnicamente? ¿Cómo le pones la parte técnica para que sea como dice la gente? Lamentablemente, en Ecuador y en el mundo no existe una técnica para hacerlo, no hay experiencia en una reparación ambiental integral como la que necesitamos nosotros. Que haya reparación, no únicamente la descontaminación del suelo. Son muchas cosas, el agua, los sedimentos, las culturas indígenas, son los campesinos, es reconstruir el tejido social de las personas, es una reparación bastante holística y no hay una experiencia integral en el mundo, o al menos yo no la conozco. Estamos construyendo un proceso nuevo.

El daño ocasionado por Chevron está en todos los niveles, de forma que pueden relacionar temas aparentemente inconexos como la corrupción en las instituciones, los altos niveles de delincuencia y la pérdida de las culturas indígenas, ¿Cómo extender la reparación también a todos los niveles de la vida?

Hay mucho trabajo hecho en investigaciones y otros espacios. En la parte de la reparación apenas estamos empezando. Nosotros estamos convencidos que la única forma de que esta experiencia sea exitosa es que los propios afectados se empoderen de todo el proceso, que sean ellos los que lleven la batalla de este litigio, y también de la reparación. Hoy, por ejemplo, estamos trabajando mucho en preparar a la gente técnicamente en todos los aspectos y categorías de la reparación ambiental que hay que realizar en la Amazonía ecuatoriana. Yo no soy partidario de usar técnicos de fuera, ¿por qué no puede ser la propia gente quien lleve el proceso adelante? En este aspecto hay que trabajar mucho todavía, estamos empeñados en el proceso y yo creo que va a ser exitoso, pero hay que poner mucha energía, en la gente y en cómo queremos hacerlo y con quien queremos hacerlo

Respecto a quienes habéis llevado el estandarte de este proceso, en tu caso, ¿cómo dirías que ha cambiado tu vida? ¿Qué consecuencias te ha traído? ¿Cómo te ves en el futuro cercano?

Eso no se pregunta (risas). Las consecuencias han sido bastante complejas desde el punto de vista sentimental, familiar, económico. Diría que negativamente en todos estos aspectos, porque me he llevado muchas amarguras. Muchas veces te sientes impotente al pensar que en realidad no tienes un centavo para moverte, pero tienes la convicción y el corazón te mueve a seguir aunque no haya recursos, eso significa bastante. Y luego está también la familia, mi esposa falleció hace dos años atrás y me quedé solo con mis dos hijos, dejar a los niños por seguir la batalla, eso también pesa bastante. Pero también está la parte positiva del aprendizaje y la satisfacción que queda. Todos los días aprendemos de toda la gente con la que compartimos y además creo , y esto es muy importante, que estoy cumpliendo con mi deber de persona hacia el planeta.

En las giras que has realizado alrededor del mundo dando a conocer este caso, has visto la solidaridad de la gente ¿La solidaridad que has percibido es un poco paternalista, del tipo “que pena lo que pasó en el Ecuador”, o más bien crees que estas campañas han ayudado a generar una conciencia más global sobre lo que denominabas impunidad corporativa internacional?

Bueno, yo creo que depende mucho de la realidad de cada persona, de cada país. No todos hemos sido educados igual así que he visto una diversidad de opiniones, de sentimientos. Una cosa para mí importantes que los afectados no están exigiendo, o pidiendo, o mendigando justicia de rodillas, están exigiendo justicia de pie, y eso para mí dice mucho también. Hay mucha gente que dice ¡que pena!, te dan una palmada y se acabó. También hay mucha gente que dice: me encanta lo que hacen ustedes y quiero luchar en esta batalla. Eso es para mí mucho más significativo y mucho más importante todavía.

En EEUU la situación, la experiencia, es diferente. Recuerdo alguna vez, cuando en 2008 di una conferencia en Harvard y en San Francisco, en Berkeley, en un auditorio frente a aproximadamente 800 a 1.000 estudiantes. Cuando terminé la conferencia todos estaban llorando, incluido mi intérprete y creo que hasta yo también. Pero fue interesante porque había otra persona que debía hablar después, y dijo: “después de escuchar esto no quiero hablar”. Pero luego les invitas a dar pasos concretos, les dices vamos a trabajar juntos, y a eso responden solo unos pocos. Para mí obedece a percepciones distintas y a los distintos niveles de educación en cada caso.

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César Sánchez Arcos

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