El conjunto de maquetas funerarias de en la tumba de Meket-re (TT280)

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Introducción

La reunificación de Egipto durante la dinastía XI, fue una vuelta al orden y el equilibrio en todo el país. Sin embargo, el daño al Estado y sus instituciones tras el Primer Periodo Intermedio en general y tras más de 100 años de guerra civil en particular, fue muy importante. Es por ello que Mentuhotep II, el rey que culminó la unificación, tuvo que realizar una importante reorganización de la corte y de la administración del Estado. Entre las medidas adoptadas, la más destacada políticamente fue la creación de un cuerpo de funcionarios de procedencia no real y directamente bajo su mando. Ello le permitiría alejar de la administración del Estado a los poderosos nomarcas.

Uno de los aspectos más importantes de la vida egipcia fue el aspecto religioso y también se vio afectado por esa reunificación y las modificaciones que esta conllevó. El rey ya no era un dios en la tierra, como ocurría durante periodos anteriores, ahora el rey debía someterse al juicio de Osiris y sus acciones debían justificarse. Estos cambios religiosos permitieron una apertura en los rituales que llevaron a que cada vez más personas disfrutaran del acceso a la otra vida, con los mismos medios que los reyes. La creación de los «Textos de los Sarcófagos,» una nueva teología basada en Amón, máscaras funerarias y el desarrollo de las maquetas funerarias, son algunos de los aspectos más destacados de estos cambios.

A modo de ejemplo palpable de los importantes cambios religiosos de este momento, analizaremos aquí el conjunto de las maquetas funerarias de una de las figuras más importantes de la dinastía XI y los mencionados cambios políticos y religiosos, Meketre.

Meket-re: el personaje y su tumba

Meket-re

El conjunto de maquetas funerarias encontradas en la Tumba Tebana 280 (Porter y Moss, 1937), por la misión arqueológica enviada desde El Museo Metropolitano de Nueva York (MMA) y dirigida por H. Winlock, durante la campaña de 1919-1920, así como el nombre de su propietario, Meket-re, son bien conocidas para el público en general. Basta una pequeña búsqueda en la red para poder acceder a bellas imágenes que nos ilustren a cerca de éstas; sus colores, talla, detalles y dimensiones además, no han de dejar a nadie indiferente.

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Sin embargo, conocer al personaje que se esconde tras las maquetas funerarias es una tarea mucho más complicada. Es por ello que la tumba de Meket-re, así como las pocas inscripciones que de él han aparecido en wadis[1] o templos, son vitales para poder acercarnos a su persona.

Tradicionalmente se ha descrito a Meket-re como el canciller de Mentuhotep II (2055 – 2004 a. C.), pero esto no es del todo correcto. Dado que, en primer lugar, dicho título no existe en la titulatura egipcia del momento y en segundo lugar, porque a la muerte del mencionado monarca, Meket-re ostentaba el título de “El verdadero amado de su Señor”. Los más importantes títulos ostentados por Meket-re fueron los de “Supervisor del Sello” (mer khetemeti) y “Mayordomo Jefe” (mer per wr), apareciendo éstos en su tumba y ostentándolos en el momento de su muerte, cuando quien reinaba era Amenemhat I (1985 – 1956 a. C.). El primero hace referencia a la responsabilidad sobre las posesiones y propiedades privadas del rey y el segundo como administrador de las propiedades del Estado (Allen, 1996).

En el grafito conmemorativo de Mentuhotep II (2055 – 2004 a. C.) encontrado en el Wadi Shatt el-Rigala, donde el rey recoge los nombres de los grandes personajes de su corte, Meket-re aparece mencionado por primera vez en la historia y como se ha comentado, con el título de “El verdadero amado de su Señor, Meket-re” En este momento, año 41 del reinado del rey, quien ostentaba el título de “Supervisor del Sello”, según lo que refleja este mismo grafito, era Khety y el título de “Mayordomo Jefe” correspondía a Henenu. Estos personajes, poseen sendas tumbas en el acantilado norte de Deir el-Bahari: la TT 311 (MMA 508) y la TT 313 (MMA 510), muy cerca de Templo Funerario de Mentuhotep II (Allen, 1996)[2].

Deir el-Bahari

En los inicios del Reino Medio, Mentuhotep II, dentro de su plan de hacer de Tebas la nueva capital política y religiosa, mandó construir su templo-tumba en la más grande de las gargantas de la montaña, bajo unos escarpados acantilados y frente al templo de Amón de Karnak, situado a la otra orilla del Nilo, conocido hoy como Deir el-Bahari (el convento del Norte). La elección del lugar estuvo cargada de simbolismo religioso, ya que la montaña era identificada con la diosa Hathor, una de las más importantes del panteón egipcio, que podía hacer partícipe al rey de los beneficios de los cultos osiríacos y solares con los que se asociaba y que le beneficiarían en su paso al Más Allá. Por otro lado, la que pasaría a ser como una de las fiestas religiosas más importantes de Egipto, se realizaba también allí: el mismísimo dios Amón visitaba el lugar una vez al año, durante la primavera, en la conocida como la Bella Fiesta del Valle.

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La TT280

Esta tumba fue excavada en primer lugar por George Daressy en 1895 y siete años más tarde por un industrial inglés llamado Robert Mond. Lo que pudieron apreciar fue una tumba arrasada por los ladrones y el tiempo, ya que la mala calidad de la piedra así como los distintos fenómenos naturales del lugar, tales como terremotos y las escasas pero torrenciales lluvias, habían hecho estragos en ella. En 1919, cuando la expedición del Museo Metropolitano de Nueva York se encontraba en la zona realizando un mapa de las necrópolis de Tebas, decidió examinar la tumba y a pesar de la situación de la misma, pudo hallar fragmentos del ataúd de Meket-re con pasajes de los Textos de los Sarcófagos y restos de los relieves que antaño decoraron la capilla y que ahora estaban destrozados en el suelo. Tras varias jornadas en labores de limpieza y reconocimiento, los trabajadores de Herbert Winlock y Harry Burton descubrieron una cámara intacta bajo la capilla ,en la que se encontraron un conjunto de maquetas funerarias de madera de una belleza y calidad no superadas. Actualmente se encuentran repartidas entre el MMA (The Metropolitan Museum of Art, Nueva York) que posee trece de ellas en la Galería 105 y podemos apreciarlas con detalle en su catálogo online y el Cairo Museum (El Cairo) que posee ocho maquetas expuestas en la sección 15[3].

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En lo que a su estructura general se refiere se aprecia en su sección y planta que se accede a ella por una larga calzada elevada excavada en la roca y que conecta con un pórtico con nueve columnas que dejan paso a una capilla. Al final de la misma, se encuentra un profundo pozo que lleva a la cámara funeraria que albergaría el sarcófago del difunto. Distribución general ésta, distintiva y única en este periodo y lugar (Allen, 1996).

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En esta estructura, destaca una tumba subsidiaria contemporánea excavada en la esquina superior derecha de la calzada procesional, antes del pórtico y la capilla. Esta tumba pertenecía a Wah, un funcionario cercano a Meket-re, denominado “el Servidor del Gran Hombre”. Rasgo que comparte únicamente con el visir Ipi, en cuya tumba tiene adosada otra subsidiara para un funcionario menor llamado Meseh.

No es menos llamativa la cámara situada junto a tumba subsidiaria, destinada a contener los materiales de embalsamamiento de Meket-re. Rasgo que comparte con Ipi pero también con Intef, sucesor de Meket-re en el cargo de “Supervisor del Sello”. Se trata, el hecho de apartar las vísceras del difunto en un cofre canópico aparte del cuerpo, de una costumbre procedente del Bajo Egipto y centrada en la realeza. No será hasta este momento, final de la Dinastía XI e inicios de la XII cuando se extienda su utilización. De hecho, en la tumba del propio rey Mentuhotep II las vísceras aparecen apartadas y en jarras, pero aún no se recogen en un cofre especialmente dedicado para recoger los vasos o jarras canopos, los llamados cofres canópicos (Arnold, 1991).

Uno de los elementos más distintivos de la TT280 estriba, evidentemente, en el hecho de que en ella se encontrara el magnífico conjunto de maquetas funerarias. No tanto por su originalidad, ya que su aparición se inició en el Reino Antiguo, sino por el lugar en el que se encontraron. Éstas fueron halladas en una estancia secreta separada de la cámara funeraria, excavada en el suelo de la capilla y especialmente utilizada para el almacenamiento y resguardo de estas. De las tumbas de la época y geográficamente cercanas a la de Meket-re, solo las de Ipi y Meru comparten esta especial estancia. En el resto de tumbas, las maquetas aparecían con el resto de ajuar en la cámara funeraria (Allen, 1996).

Análisis de las maquetas funerarias de la TT280

Barcos

Existe un completo conjunto de barcos de vela y remo, se trata nada menos que de 10 barcos de entre 4 y 18 remos. Aquellos que portan vela desplegada, llevan suficiente tripulación como para que cuando sea necesario, es decir, cuando el viento no acompañe, puedan tomar los remos para continuar el viaje. Lo que resulta más curioso de estos barcos, es que no se trata únicamente de representaciones de la flota poseída por el difunto, sino que además cada cual tenía una función práctica. Desde el mero transporte de personas y mercancías por el Nilo, a dos barcos cocina en diferentes momentos de la preparación de alimentos: ya que en uno muestra la molienda y cocción y en otro observamos alimentos preparados y resguardados bajo cabinas confeccionadas con pieles de animales.

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También podemos destacar un doble barco de pesca unido por una pasarela de madera en la que depositar los peces tras la captura en red y un barco de caza y pesca, donde aparece Meket-re al que se le presentan las capturas realizadas.

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Sin embargo, una de las características más destacables en estas maquetas, es la aparición de tres barcos con las características propias de los barcos que iban de peregrinación a Abydos: casco color verde, proa vertical, popa curva y remo doble con forma de tallo de papiro.

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La importancia de esta religiosa ciudad aumentó durante el Primer Periodo Intermedio, debido a que se extendió la creencia de que la tumba del dios Osiris se encontraba en este lugar. De este modo y gracias a que con los “Textos de los Sarcófagos” el difunto se convertía en “el Osiris …” (nombre del difunto) para poder identificarse con la divinidad y disfrutar así del renacimiento en la otra vida como el propio dios[4], surgió la importancia de visitar tan sagrado lugar a modo de peregrinación. Todo aquel que pudiera permitírselo viajaría a Abydos a lo largo de su vida al menos una vez y aquellos que la muerte sorprendía antes, eran enterrados con barcos que le ayudaran a hacer este viaje en el Más Allá (Vázquez, 2004).

Otro curioso detalle que podemos observar en el tradicional análisis de las maquetas funerarias, es que en cinco de ellas Mekte-re aparece acompañado por un personaje masculino sentado a su lado. Por lo que a los expertos del MMA se refiere, este personaje es el hijo de Meket-re quien se encuentra a su lado en una idea de asociación a sus cargos y de supervisión de las ofrendas destinadas a éste. Sin embargo, si analizamos en detalle este personaje, vemos que aparece en los tres barcos funerarios o de peregrinación a Abydos, pero también en el barco de caza y pesca y en el recuento de ganado. Lo que significa que este personaje está acompañando a Meket-re en sus viajes de peregrinación, pero también en las obligaciones administrativas que sus cargos requieren y en las actividades recreativas. Todo ello, junto al hecho de que Meket-re fue enterrado junto a uno de sus más fieles trabajadores Wah (en una pequeña tumba adosada al pórtico columnado de la TT280), que los cargos de estos altos funcionarios volvían tras la unificación a no ser hereditarios y a que ninguno de sus contemporáneos se entierra con sus familiares, podría indicar que el personaje representado en las mencionadas maquetas podría tratarse de Wah y no de un hijo de Meket-re.

 Escenas Cotidianas

Acompañando a Meket-re iban también representadas escenas de la vida diaria, gracias a las cuales podemos conocer en detalle las herramientas que utilizaban los carpinteros o las tejedoras; pero también la manipulación del grano y su contabilización; los procesos específicos de realización de pan y cerveza; el modo de engorde del ganado, su sacrificio y tratamiento de la carne e incluso su recuento. Es decir, se trata de la prueba de que estas actividades, ligadas a las posesiones de que debió disponer o supervisar en vida Meket-re, eran reproducidas para formar parte del ajuar funerario y que por medio de la magia de los textos funerarios, pudieran ser de nuevo una realidad en la otra vida.

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Existen dos maquetas que representan un jardín con pórtico columnado, frondosos árboles, ventanas y puertas al interior de la casa y un estanque que incluso pudo albergar agua en un principio. Hasta tal extremo lleva nuestro personaje la muestra de la opulencia y lujo en el que vivía, que hasta este agradable rincón de su casa ideado para recibir a las visitas, realizar gestiones o disfrutar de las reconfortantes noches, quiere llevarse al Más Allá en forma de maqueta funeraria.

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Ofrendas

Existen tres maquetas con una temática completamente distinta a las anteriores. No se trata en ellas de representar las posesiones o méritos que Meket-re disfrutaba en vida, sino de la representación de oferentes que atiendan adecuadamente su proceso a la otra vida preparando su cuerpo y portando ofrendas alimenticias que culmen el banquete funerario y pueda llevarse consigo a la otra vida. Es por ello que vemos un grupo de oferentes compuesto por cuatro personas, dos mujeres y dos hombres, que portan todos los elementos necesarios para preparar el cuerpo y el banquete inicial de ofrendas. Es decir, un incensario, una jarra de libaciones, telas de lino rojas y blancas para cubrir el cuerpo; además de panes y cerveza como alimentos esenciales y dos enormes aves como elementos de lujo. Es lo que en los textos que acompañan a inscripciones, relieves y pinturas de los difuntos se denomina la “fórmula de la ofrenda” (hetep di nesu).

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Las dos oferentes individuales, poseen muy similares y destacadas características. Son las únicas de todo el conjunto que portan vestidos de vivos colores, representando plumas y escamas, así como joyas y delicado maquillaje. En la mano derecha ambas asen un ave de grandes dimensiones y con la izquierda, cestas destinadas a panes cónicos y cerveza en un caso y panes cuadrados en el otro. Se trata, de nuevo, de dejar patente la capacidad del difunto de satisfacer sus necesidades, en esta vida y en la otra.

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Sin embargo, existe una maqueta que queda aparentemente al margen de esta tendencia general y que resulta de difícil interpretación.En esencia, se trata de una maqueta que muestra una tranquila escena de caza y pesca de recreo, donde los personajes se dividen por tareas: caza, pesca, preparación y presentación de las piezas, etc. En el centro Meket-re y un personaje sentado observan las escenas y supervisan las entregas que le realizan de cuanto se ha cazado y pescado. Es habitual en las representaciones murarías de las tumbas egipcias, ver escenas de caza y pesca como recreo o deporte, pero en ellas es el personaje protagonista de la tumba y mural quien realiza las labores, en muchas ocasiones acompañados por sus hijos e incluso esposas.

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No es el caso de esta maqueta donde Meket-re únicamente supervisa la acción y recibe cuanto se le presenta como si de una ofrenda o tributo se tratase. Esto nos lleva al más curioso personaje de la escena, una mujer que se encuentra justo en frente de Meket-re vestida con un atípico vestido blanco pintado y con una especie de red de colores en su espalda, posiblemente una red de cuentas de collar, de vivos colores. Se trata de una mujer que luce un costoso vestido y joyas, se presenta ante Meket-re sin actitud de sumisión alguna y que porta un ave en su mano derecha, recordando vivamente a las oferentes individuales y complicando enormemente la interpretación de la escena. Podría tratarse de la esposa o hija de Meket-re, que presenta ante él la mejor pieza obtenida hasta el momento, desde luego, pero si tomamos como ejemplo de nuevo las escenas de caza conocidas, los familiares no tomaban parte activa de las acciones y menos las mujeres. Podría tratarse de una evolución estilística en las representaciones, pero no existe ninguna otra muestra de esta acción en las maquetas funerarias contemporáneas. Si nos decantamos por que se trate de una representación divina, la ofrenda o tributo debería ser recibida por ella, nunca al revés y menos tratándose “solo” de un alto funcionario, ni siquiera un rey.

Queda pues patente que este precioso conjunto de maquetas, precisa nuevas investigaciones y teorías que ayuden a entender no solo el motivo de su surgimiento, sino sobre todo el significado e ideología que se esconden tras ellas.

Inés García Ramírez

Referencias

Portadawww.ancient-egypt.co.uk

Imagen 1: Situación de la cámara secreta bajo la antecámara de la Tumba de Meket-re, en el momento de su descubrimiento en 1919 (http://www.metmuseum.org/met-around-the-world/?page=10157&).

Imagen 2: Necrópolis Tebana en el temprano Reino Medio (Allen, 1996).

Imagen 3: Plano y sección de la cámara secreta de la tumba de Meketre, TT280.

Imagen 4: Planta y sección  de la tumba de Meket-re

Imagen 5: Barco de cocina.

Imagen 6: Barco de pesca.

Imagen 7: Barco de peregrinación a Abydos.

Imagen 8: Recuento de ganado.

Imagen 9: Jardín.

Imagen 10: Portadores de ofrendas.

Imagen 11: Estatuas portadoras de ofrendas.

Imagen 12: Barco de caza y pesca.

 

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[1] Los wadis eran cauces secos o estacionales de torrentes de agua, utilizados en el Egipto Antiguo como vías de paso para las caravanas comerciales, viajes oficiales o de tropas, evitando así las peligrosas dunas del desierto. Por ese motivo era un lugar idóneo para registrar diversos grabados conmemorativos, limítrofes, etc, desde época predinástica.

[2] Para la denominación y numeración de las tumbas tebanas, los autores utilizan “TT” cuando se basan en el catálogo realizado por Porter y Moss en 1937. Sin embargo, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, posee su propia nomenclatura precedida de las siglas MMA. En el presente trabajo se utilizará la fórmula general de “TT”.

[3] La documentación base acerca de las maquetas (medidas, material, descripción general, etc), así como las imágenes que se presentan en este trabajo, proceden de los estudios realizados y publicados de modo online por el Metropolitan Museum of Art de Nueva York y el Museo de El Cairo. Desafortunadamente, el conjunto inicial contaba con veinticuatro maquetas y actualmente existen expuestas únicamente veintidós. Lo que significa que dos de las maquetas han desaparecido o se encuentran retiradas por su estado de conservación. A pesar de los intentos de contactar con ambos museos en busca de respuestas, no hemos podido averiguar el motivo real de su ausencia.

[4] El mito de Osiris explicaba su asesinato a manos de su hermano Seth y cómo Isis “la gran maga”, su esposa y hermana, le devolvió a la vida y se convirtió en el rey de los dioses del Más Allá; ante él se presentarán todas las almas para ser juzgadas y decidir su paso o no a la otra vida.

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