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En la actualidad se están dando grandes movimientos migratorios en todo el planeta. Siempre ha existido gente que ha emigrado desde sus países de origen a otros por diferentes motivos, pero es ahora con la actual crisis migratoria, cuando el campo de la medicina, en esos países de acogida, debe de plantearse como dar atención a todas estas personas de muy diferentes culturas, integrando diferentes enfoques médicos y respetando en la mayoría de lo posible sus culturas, tradiciones y diversidad.

 

La Antropología médica, es un campo dentro de la Antropología que entiende la salud en el ámbito de la cultura, comprende el trinomio salud-enfermedad-atención, como universal, frente al cual cada comunidad humana ha debido desarrollar una respuesta específica, lo que le otorga suficiente variabilidad. Estudia las dimensiones biológicas, psicológicas, culturales y sociales, que determinan el modo en que las personas entienden y viven la salud y sus problemas de salud. Tiene como objeto de estudio y análisis, los distintos sistemas, creencias y prácticas, respecto a la salud y al proceso salud-enfermedad-atención en cualquier tipo de sociedad.

El reconocimiento de los elementos sociales en el proceso salud-enfermedad-atención ha permitido comprenderlo como un proceso histórico, social y culturalmente determinado. De ahí la importancia de considerar la salud como un espacio antropológico.

El espacio antropológico es un sistema de proximidad humana, donde los símbolos, significados y representaciones implícitos en el lenguaje (el hospital como sistema, un sistema de expertos, que produce dificultad en la compresión de la información recibida por los familiares y los propios pacientes), emociones, comportamientos y prácticas socioculturales, justifican el abordaje antropológico. La organización de dichos espacios está regida por la cultura, entendiendo al ser humano como hacedor y producto de esta a la vez.

La salud humana y más los procesos personales, grupales y sociales, no solo los procesos biológicos y físicos, son una realidad antropológica susceptible a ese tipo de mirada, bajo la cual lo que interesa es la realidad vivida y sentida por los actores de los procesos, para a través de ella llegar a la interpretación de los códigos culturales involucrados, donde lo que se busca no es encontrar las respuestas concretas, sino más bien hallar las preguntas pertinentes.

            

Los antropólogos tienen un papel importante tanto en los hospitales urbanos, como sobre en el terreno como ha sucedió y sucederá con enfermedades como el sida o en el caso de epidemias como la del Ébola en África.

En estos momentos se están dando grandes movimientos migratorios en el planeta, como resultado de los muchos conflictos que se están dando en diferentes puntos del mundo. Muchas de estas personas, entre ellos muchos menores, que llegan al llamado primer mundo, son personas de diferentes culturas, idiomas, tradiciones… y desde los diferentes centros sanitarios, centros de salud… debemos intentar dar respuestas concretas a sus necesidades. La interculturalidad es un hecho, y nuestra respuesta debe estar dirigida a esas necesidades, desde el respeto a todas estas personas que solo buscan una vida mejor para ellas y sus seres más queridos.

Todas las personas no vivimos igual la enfermedad, sus procesos y lo que ello conlleva (tratamiento, hospitalización, estigmas, depresión, etc dependiendo de qué proceso patológico se trate). Son importantes las interacciones entre factores biológicos, ambientales y sociales y solo hay que darse una vuelta por un hospital o centro de salud para comprobar que la gente vive las enfermedades de diferente manera, con diferentes reacciones dependiendo de la enfermedad, situación social, económica, etc…

Los hospitales, sobre todo, como sistema, tienen sus propias reglas de funcionamiento, lenguaje, horarios, pruebas médicas… a la que es difícil adaptarse en general e incluso a la gente autóctona del país. Cuando llega gente migrante de países tan diferentes en culturas, tradiciones… a los países de acogida, el choque cultural es brutal. La entrada en el sistema sanitario de un país occidental por ejemplo, puede suponer en algunos aspectos traumático: pruebas médicas, reconocimientos (por ejemplo en el caso de mujeres por ginecólogos masculinos), comidas, intimidad, tradiciones religiosas… lo que obliga a un cambio en el estilo de vida de las personas y de los inmigrantes en concreto y suponen fuertes contradicciones entre su mundo y el mundo que les acoge. Esto puede hacer que muchas veces las personas migrantes no acudan a los centros de salud u hospitales, con lo que pone en peligro su salud y de la gente que está a su alrededor, como por ejemplo de ciertas enfermedades infecciosas y de la vacunación en los niños y niñas.

                   

El planteamiento antropológico de la curación contempla la necesidad de articular todos los ámbitos de expresión y relación de la persona enferma. Las patologías no solo se curan con medicación y tratamiento, también hay que tener en cuenta que en muchas culturas y personas necesitan interactuar con las familias (familia aquí como contexto amplio de la palabra-diferentes concepciones de la palabra familia) y su comunidad, necesitan su mundo con sus concepciones religiosas, costumbres, cultura, medicina tradicional… como ellos entienden la enfermedad, proceso, tratamiento y curación.

           

Es importante indicar también la importancia de antropólogos y antropólogas sobre el terreno en crisis humanitarias o en epidemias como el ébola. Pero posiblemente la primera crisis de este tipo en la que se pidió la presencia de estos profesionales fue en los años ochenta cuando el SIDA hizo su aparición. Las aportaciones dadas en ese momento fueron importantes puesto que el SIDA no es un fenómeno biológico aislado, sino que esta interrelacionado con aspectos sociales y culturales, que inciden en la forma en que el sujeto asimilara la enfermedad. Es necesario además reconstruir los hábitos y los comportamientos, es decir, medir el impacto de la enfermedad y facilitar la investigación de las relaciones existentes entre las condiciones de vida, comportamientos y factores de riesgo y la enfermedad. Todo esto ayuda a poder realizar una buena intervención tanto a nivel preventivo como médico para orientar las acciones de control sobre la enfermedad y eliminar la estigmatización y el aislamiento social.

                         

En el caso de epidemias como el ébola fue un paso necesario porque la forma en que se irrumpía en las poblaciones por parte de cooperantes y sanitarios y los esfuerzos por retirar los cadáveres y hacer cumplir la cuarentena, se veía por parte de las poblaciones autóctonas como un ataque a sus tradiciones y costumbres. De esta manera los conocimientos etnográficos sobre las diferentes poblaciones que sufrían la epidemia ayudan a la investigación sobre el brote, la compresión de la transmisión primaria, tanto por parte de las personas infectadas como por el personal destinado a ayudar a contener la epidemia. En estas comunidades fue y es importante el conocimiento de los rituales funerarios que en ocasiones críticas en la transmisión y fuente de problemas para la salud pública. Para estas comunidades, la muerte es un viaje y para este viaje uno necesita ir equipado con materiales, como ropas que deben ser lavadas y planchadas antes de cerrar el ataúd. Asistir al entierro, incluso entrar en contacto físico con el cuerpo, es visto como una obligación no solo para con los vivos, sino también para con los allegados muertos con anterioridad.

Esta información permite entender que cambiar las prácticas funerarias no es simplemente una cuestión de mejorar la higiene, sino también una perturbación del tejido social de las relaciones de parentesco. Esta alteración de contacto con los muertos es como cortar los lazos con los vivos, implica una separación forzosa con el presente además de con el pasado. En este punto la investigación etnográfica incluye el desarrollo de prácticas funerarias seguras o más seguras pero que incorporen la necesidad profundamente arraigada de las personas de atender adecuadamente los cuerpos de sus seres queridos (rito de purificación)

 Es importante y necesario escuchar a las poblaciones a la hora de adoptar decisiones sobre cómo tratar la enfermedad en las diferentes comunidades o donde ubicar un centro de tratamiento del ébola (el ébola es muerte y no puede estar cerca de una maternidad que es un centro de vida, por ejemplo), darles los conocimientos  necesarios para que puedan tomar sus propias decisiones, en el caso por ejemplo de los entierros y los derechos del fallecido como ya hemos explicado en párrafos anteriores y las obligaciones de la comunidad con el fallecido, la importancia de permitir a las familias comunicarse con sus seres queridos enfermos, etc… En una palabra si estos derechos no se respetan, las personas pierden credibilidad y respeto en sus comunidades.

Y lo dicho en el anterior párrafo puede ser trasladado al llamado primer mundo, puesto que la interculturalidad debe entrar en nuestros hospitales, centros de salud… de tal manera que se puedan crear sistemas médicos plurales, donde las relaciones entre las diferentes concepciones de la salud y enfermedad sean dialogantes y horizontales, no jerárquicas, ya que la relación de confianza son importantes tanto para el paciente como para el personal que lo atiende, sin suponer esto la disminución de la atención a personas ajenas a los sistemas occidentales de salud.

             

                                                         Amaia Castresana Palma

Referencias

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  4. Mari Sáez, A.; Kelly, A.; Brow, H. (2014). Apuntes sobre el paciente cero: Antropología en los tiempos del ébola.
  5. Ibrahima Niang, C. El ébola en primera persona: aprender escuchando.
  6. Diaz Bernal, Z.; Aguilar Guerra, T.; Linares Martin, X. (2015) La Antropología médica aplicada a la Salud Pública. Revista Cubana de Salud Pública. 2015;41(4):655-665
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  9. La medicina entre la cultura global y el derecho a la diversidad. Simposio Antropología Médica. Tomo 1 Actas del 4º Congreso Chileno de Antropología.

 

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