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Dice que en sus textos no hay despedidas pero si éxodos. Antonio Tello (Villa Dolores, Argentina, 1945) ha vivido dos destierros, ambos provocados por la ceguera del autoritarismo. El primero en 1975, cuando tuvo que dejar la República Argentina; el segundo está sucediendo. Ha regresado a su ciudad de Rio Cuarto este año, después de 37 vividos y escritos en Europa, en lo que tal vez sea un poema suyo sin palabras, destino de Odiseo. Antes del regreso, Antonio Tello presentó en Barcelona, la ciudad donde vivió,  el espectáculo “O las estaciones”, sobre poemas propios y con música del maestro Jorge Sarraute, que tuvo como coda una videoperformance a cargo de la poeta y performer catalana Raquel Delgado. De este poema y de la pieza musical se está preparando asimismo un espectáculo de ballet en Argentina, que se estrenará en 2014.

Antonio Tello es un pensador del animal humano, un poeta permanente, que vive como escribe, intenso y generoso. Recibió a anthropologies.es en su regreso.

¿En qué circunstancia salió de su país?

En 1973, hubo en Argentina elecciones democráticas por primera vez desde el golpe militar de 1930.  Ganó el peronismo, pero lejos de instaurarse la democracia y pacificar el país, continuó la violencia y en el seno del Gobierno presidido por el general Perón se creó la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) que sembró el terror y la muerte entre los opositores ideológicos, incluida la izquierda peronista. Yo fui una víctima más de ese proceso y, aunque no militaba en ningún partido político, fui amenazado de muerte. Así fue cómo, en diciembre de 1975, salí desterrado junto a mi mujer y mis dos hijos. Salvé la vida gracias a Amnistía Internacional que me llevó a París donde viví un tiempo antes de irme a España.

 Creo que lo que provocó la persecución y amenaza fue mi activismo poético, periodístico y estudiantil. En 1973, precisamente, yo había publicado mi primer libro de cuentos, “El día en que el pueblo reventó de angustia”, libro fundacional de mi universo literario, que causó un gran malestar en el Gobierno provincial, el cual prohibió su presentación en Córdoba por «no ajustarse ni a la doctrina ni al pensamiento justicialista». Sin embargo, no era un libro de denuncia, yo no he hecho nunca literatura de denuncia social, porque interpreto que es perecedera, pero sí una literatura comprometida con el lenguaje y, consecuentemente, con la condición humana. No es una literatura argumental sino sustantiva.

¿Cómo llego a Barcelona?

Si bien en París fui bien recibido, pues enseguida me ofrecieron un trabajo en la Radio y Televisión francesa, me encontré con que me darían pasaporte de la ONU y vivienda en una especie de ghetto latinoamericano, donde la gente se pasaba llorando su exilio o viviendo una fiesta permanente que me resultaba patética y, unos y otros, enarbolando la bandera de una revolución fantasmal. Yo no era un revolucionario, sino un poeta que debía sobrevivir para seguir protegiendo a mi familia y cuidando de mi propia salud espiritual y mental. Así que decidí que no era París un buen sitio para mí ni para mi mujer y mis dos hijos pequeños, así que llamé a un amigo, también amenazado por la Triple A, que había llegado a Barcelona y me trasladé a esa ciudad, en la que viví treinta y ocho años y que no tardé en hacer mía. Después de todo, tu hogar está allí donde puedes vivir en paz y cuidar de los tuyos.

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¿Cómo se desarrollo su trabajo literario en Barcelona?

Como puede imaginar, el asentamiento del desterrado en tierra extraña es siempre difícil y complejo. Es ese proceso intervienen muchos factores externos e internos que afectan al alma y a la identidad, aunque al principio no se advierta o no se quiera advertir. La ciudad fue propicia porque, recién muerto el dictador, vivía una gran efervescencia social y tenía un horizonte democrático y modernizador muy ilusionante. Eso favoreció mi incorporación al periodismo primero y, al cabo de un tiempo a la actividad literaria y editorial propiamente dichas. Hay que tener presente que Barcelona era y lo sigue siendo la capital mundial de la edición en lengua castellana. Esta circunstancia y mi voluntad de supervivencia permitieron que pudiera desarrollar mi carrera literaria, que siguió dos vías, una personal y otra «alimenticia» procurando que no se confundiera esta última con mi proyecto y mi universo literarios. No fue fácil, porque al cabo de unos años comprobé hasta qué punto había perdido parte de mi identidad cuando mi escritura se acercó a la impostación y debí hacer un esfuerzo supremo para reconocerme en la nueva prosodia del individuo que había empezado a ser.

¿Alguna vez se olvidó del regreso?

Desde que llegué a España sin saber cuándo podría regresar deshice las maletas y me blindé contra la nostalgia. Ya sabe que esta es una palabra de origen griego que alude al dolor por lo que se deja atrás. Sofoqué ese dolor y dejé que el árbol exótico se enraizara en la tierra nueva y le creciera una nueva copa. Es por ello que digo en un poema que soy un árbol de doble sombra. No me olvidé del regreso, porque nunca me lo planteé como algo factible en aquellos momentos en los que dedicaba toda mi energía a sobrevivir y a proteger a mi familia. Por convicción detesto el dolor y no podía permitirme el lujo de ser un sufriente, un nostálgico. Ocupada mi tierra por hombres inicuos y secuestrados los símbolos con los cuales uno se identifica, lo que hasta entonces había llamado patria empezó a diluirse y apareció como tal el amor de los seres queridos, cuyo pálpito me llegaba y me sostenía a pesar de la distancia que nos separaba. 

¿En qué circunstancia decidió regresar?

Si la intolerancia, la violencia y el terror políticos me desterraron de mi lugar original, la violencia capitalista me ha obligado a un nuevo destierro. Por otro lado y como parte de ese proceso de decadencia de la sociedad occidental que ha permitido y dado lugar al interesado colapso económico, cabe constatar el agotamiento cultural y artístico de Europa. En estas circunstancias, cuando el ser humano, viejo o joven, ya no ve ningún horizonte, sólo le queda aceptar la servidumbre que le impone el sistema o vegetar hasta el fin de sus días. Pero un poeta consciente de su condición no puede aceptar esto sin rebelarse, caminar y buscar ese horizonte que se le sustrae al hombre. Esto es lo que me decide  retornar a Argentina. Caminar. Tener un horizonte.

¿Qué escribe en este periodo de regreso?

En este período escribo lo que siempre escribí. Quiero decir que mi escritura no está orientada a la descripción de la «realidad inmediata» sino a la búsqueda de un mayor conocimiento de la condición humana. No necesito un tema, no necesito un argumento, sino encontrarle un sentido a la existencia del hombre en el mundo, explicarme su soledad y su extranjeridad. Saber, tratar de saber, el por qué de esa conjunción entre tiempo y materia corruptible que somos y que nos hace conscientes de un estar en el mundo y no saber para qué. De esto es lo que tratan todos mis libros. En cierto modo, el mito que define a mi obra en general y a mi poesía en particular es el de Odiseo, porque encarna la errancia y el sueño de regresar a una Ítaca que ya sabe perdida para siempre, porque aunque logre regresar a ella, ésta ya no será aquella que él dejo y pervive en su memoria. En “Sílabas de arena”, antes de “Creación”, el poema que metaforiza la disolución de la sílaba, hay uno que empieza diciendo

“Escribo. Anudo palabras para conjurar el olvido.

El mar. El olvido es el mar. Esa líquida circunstancia del tiempo

Y la memoria, esa borra de luz que dejan los días

Acaso una isla. Ítaca, por ejemplo…”

¿Cómo surgió la idea del documental  A.T. Cuadernos de tiempo?

“A.T. Cuadernos de tiempo” es un documental que dirigieron los poetas españoles Iván Humanes, Juan Vico y Álex Chico, que trata sobre mi vida y mi obra en España y recoge no sólo los aspectos literarios, sino también mi participación en la defensa de la libertad de conciencia y de los derechos de autor. El título del documental se inspira en la costumbre que tengo de poner mis iniciales en los blogs y canales de youtube que tengo o la de inicializar los nombres de los personajes, así como en “Lecciones de tiempo”, título de un poema que la editorial española Libros del Innombrable publicará en 2014. En este documental intervienen poetas, sindicalistas y personas que opinan sobre mi trayectoria cívica y mi obra. El estreno del documental se acaba de realizar en Argentina.

¿Cómo encontró su país, su ciudad?

Río Cuarto, la ciudad cordobesa de donde salí y a la que regresado, siempre me ha recibido bien. Aquí estaban mis padres y aquí están mis hermanos, pero también aquellos que me aprecian y aquellos más jóvenes que han seguido mi obra y se han preocupado de mantener viva mi figura en el imaginario de la cultura de la ciudad. En este sentido, mucho les debo al ya desaparecido grupo poético “poetas del aire” –José Di Marco, Pablo Dema, Ernesto San Millán y Leonardo y Marcelo Fagiano- y a otros jóvenes poetas, como Diego Formía. Es obvio que, a pesar del amor con que he sido recibido, el regreso después de casi cuatro décadas, haya provocado una fuerte conmoción en mi alma y que no es posible evitar el dolor de un nuevo desgarro en ella. También asumo la imposibilidad de reconocerme en lo que podría llamar “la argentinidad” porque el individuo que ha vivido el destierro se convierte en extranjero para siempre. Desde este posicionamiento vital puedo ver muchas cosas… ¿después de Europa, es difícil América? Desde un punto de vista exclusivamente materialista diría que sí, porque el nivel de vida alcanzado en Europa es muy alto si lo comparamos con el latinoamericano, incluso con el de países más avanzados del subcontinente, como Brasil, México, Chile y Argentina. Pero en compensación a estas carencias, encontramos una extraordinaria vitalidad en todos los campos de la actividad social, cultural y artística que contrasta con la decadencia, la inmovilidad y la falta de creatividad de Europa. El colapso económico que se vive en ella no sólo es producto de la dinámica acumulativa y parasitaria del capital financiero sino también de su esclerosis intelectual y el radical aburguesamiento de su clase trabajadora, cuyos sindicatos no atinan a dar respuestas a la prepotencia del capital.

Círculos

El regreso no aparece en mi escritura, no de un modo consciente, porque creo que el viaje de Odiseo no ha terminado y sigue “navegando entre islas de conciencia”. No hay contradicción entre sentimientos y pensamientos pues ambos son fruto de la partición espiritual que se produjo en el mismo momento en que fui obligado a abandonar mi casa. De aquí que el regreso no acaba ni acabará de producirse y, consecuentemente, el círculo no se cerrará nunca.

Presente

Ya se han rodado tres documentales, “Traslaciones”, de Germán Scelso, en 2004, otro sin título dirigido por Ricardo Sánchez y Luis Vona en 2004 y aún no editado, y “A.T. Cuadernos de tiempo”, filmado por Iván Humanes, Juan Vico y Álex Chico, en 2013. Salvo el primero que se centró en “Sílabas de arena” y en el trabajo plástico que hicieron a partir de este libro las pintoras Gretel Broyn y Feli Manero, los otros dos están basados en mi persona y en mi obra. El de Sánchez y Vona está centrado en mis evocaciones de mi época argentina y de algunas experiencias en España, mientras que el último lo está en mi etapa española a través de varios testimonios.

Actualmente ya he iniciado “La torre de la canción. Poética de la ciudad”, un programa en Radio Universidad de Río Cuarto, FM 97,7 y, para 2014, proyecto el estreno de una obra de teatro, “Ángel que estás en los cielos”, un ballet inspirado en el “Preludio de O las estaciones” y en un musical del Martín Fierro.

Links: 

http://antonioetello.blogspot.fr/

http://www.youtube.com/watch?v=CMj2O1RWe2w&feature=share&list=UUKTvC5YRajdpeusJsmS5ulw&index=5

http://www.youtube.com/watch?v=-JbRUGDc3nI

 Fernando Blasco

Poema de Antonio Tello

Paréntesis
Detrás de los barrotes arqueados por el ansia de la luz
la mirada advierte una hora muerta en mi sopa.

Un mono de Gibraltar que resbala en la piel de una coma.
Un gorrión de Argentina que picotea los granos de su nombre.
Una tortuga de Grecia que sigue un rastro de pausas de Corinto.
Una mujer sin nación que ciñe el hueco de mi cuerpo y
(entre paréntesis),
mi voz que se precipita por un tobogán de puntos suspensivos.

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